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EN LA HISTORIA - Los Templarios




LOS NUEVE FUNDADORES DE LA ORDEN.             



<< ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA >>

<< Recopilación de material sobre la Orden del Temple – Sala @Enigmas y Misterios@ -PALTALK

– 3 de Diciembre del 2004. Fuente: Internet -Web TemplariaseHistóricas ->> 

I.-A MODO DE INTRODUCCION
:: Introducción al Temple :: 

Se presenta a veces a los templarios como una pandilla de matones altivos y arrogantes,                 
déspotas codiciosos e hipócritas que abusan        
desvergonzadamente de su poder, manipuladores astutos que orquestan los asuntos de los hombres y los reinos. Otros escritores del siglo XIX los pintan como viles siervos de Satanás, adoradores del diablo, entregados a toda suerte de ritos obscenos, abominables y heréticos.                           Recientemente, los
historiadores han tendido a      verlos como víctimas desgraciadas de las                  maniobras de alto nivel de la Iglesia y el Estado. Y hay incluso un grupo de escritores, especialmente los que siguen las tradiciones masónicas, que consideran a los templarios como adeptos e iniciados místicos, custodios de una sabiduría arcana que trasciende del cristianismo. Sean cuales fueren los prejuicios o la orientación de tales escritores, lo cierto es que ninguno de ellos pone en duda el celo heroico de los templarios ni su aportación a la historia. Tampoco discute nadie el hecho de que la suya es una de las instituciones más fascinante y enigmática de los anales de la cultura occidental. Ninguna crónica de las cruzadas —o, para el caso, de la Europa de los siglos XII y XIII— se olvida de mencionar a los templarios.                                                                                                                   
                                                                                                                      
Jacques de Molay. (Molay, c. 1243-París, 1314)          Último gran maestre de la Orden de los  Templarios    

Versiones sobre los inicios de la Orden y su misión:  
:
Las versiones sobre los inicios de la Orden del Temple difieren aunque coinciden en que los caballeros eran de origen francés, de la zona de
Claraval, que el Císter tuvo una fuerte influencia en ellos y dentro del Císter, Bernardo de Claraval, luego San Bernardo.
También hay general acuerdo en que pese a su origen noble eligen la vida
de monje-soldado, iniciando su experiencia en Tierra Santa, por propia                                             
decisión o imposición, protegiendo a los peregrinos en los caminos, especialmente el de Jaffa a Jerusalén, ciudad que había caído en manos cristianas cuando la primera Cruzada, en julio de 1099.La nueva pertenencia a la Cristiandad había aumentado considerablemente el número
de devotos que cumplían promesas viajando a ella.                                                       
La versión más conocida dice que algunos nobles de la Champaña francesa como Hugo de Payns y Hugo de la Champaña acompañados por otros notables caballeros se dirigen a Tierra Santa en 1118 instalándose poco                   
después en los restos del Templo de Salomón (hoy mezquita de Al-Aqsa), merced a una cesión del rey Balduino II. Variantes
de esa historia son: que Hugo de Payns había sido
cruzado y participado en la toma de Jerusalén en 1099 permaneciendo en Tierra Santa esos 19 años y que Hugo de la Champaña en 1104 había hecho un primer viaje a Tierra Santa, con un séquito de caballeros, entre ellos el propio Payns, regresando a Europa en 1108 pero hacia 1114 se hallaba nuevamente en Jerusalén. 
Por su parte Arnauld de Saint Jacques recoge otra
interpretación. Según él, la Orden fue fundada el 12 de junio de 1118 en el castillo de Arginy, Francia, por Hugo de Payns y ocho caballeros, en estrecha colaboración con Bernardo y otros monjes. Poco después los caballeros se trasladaban a Palestina, regresando al cabo de 9 años para exponer al Papa el resultado de sus trabajos metafísicos, los que resultaron de tal importancia que el Papa decide convocar a un Concilio para reconocer oficialmente a los Pobres Soldados de Cristo como paladines de Nuestro Señor.                         

En otra versión se dice que (San) Esteban de Harding, insigne cisterciense, había recibido información transmitida por rabinos según la cual tomó conocimiento de ciertos documentos o tesoros enterrados en las ruinas del Templo de Salomón, lo que habría ransmitido a (San) Bernardo de Claraval, el que aprovechando su amistad y parentesco con algunos caballeros de la Champagna habría animado a los mismos a concurrir a Tierra Santa a efectuar la búsqueda, bajo la pantalla de cuidar los caminos (es notable, que luego de las primeras menciones del cuidado de los caminos en Tierra Santa, no se habla más del tema y llama la atención que no sea recordado siquiera una vez en las reglas de la Orden, tan pormenorizada y detallista en otros aspectos. Por ejemplo que sólo podrán levantarse sin permiso de la mesa si a algún hermano le sangra la nariz, si hay fuego (incendio) en alguna parte o si se espantan los caballos). Hay que preguntarse cómo
un grupo tan reducido podía albergar la esperanza de desempeñar una tarea tan gigantesca como la que se habían impuesto a sí mismos. ¿Nueve hombres para proteger a los peregrinos que recorrían todas las vías públicas de Tierra Santa? ¿Sólo nueve? ¿Para proteger a todos los peregrinos? Parece, a todas luces, que tan poca protección resultaba fácilmente erosionable por las patrullas sarracenas, muchísimo mas numerosas en número. Si éste era su objetivo, lo lógico sería que hubiesen admitido nuevos reclutas. Sin embargo, según dice Guillermo de Tiro, durante nueve años no entró        en la orden ningún caballero.





¿Porqué decidió Balduino ceder una parte importante de su palacio a esos
nueve desconocidos caballeros? y ¿Porqué precísamente en las ruinas del
Templo de Salomon? ¿Cual era, realmente, la causa de esos nueve
caballeros?. Balduino tenía su propio ejército, y, de hecho, los peregrinos ya
estaban, al menos oficialmente, protegidos por la Orden del Hospital de San
Juan (Los Hospitalarios). Esa tarea, monumental por cierto, de protección a
peregrinos necesitaría un verdadero ejército muy preparado, ejército que,
siempre según Guillaume de Tyre, no se tuvo como tal hasta diez años más
tarde. Cuando la Orden fue oficializada en 1128, su Regla no menciona para
nada la protección de peregrinos en Tierra Santa como se dijo anteriormente.

Desde luego, no existe la más mínima duda que los templarios realizaron excavaciones en el templo, cuyas evidencias se hallaron en 1.894 cuando un contingente de
ingenieros del ejército británico, mandados por el teniente Charles Wilson, realizaron sus propias excavaciones en las ruinas del templo, encontrando (en túneles excavados siglos antes) objetos tan significativos como una espada templaria rota y parte                                                        
de una cruz templaria.                                                  

La cuestión es ¿Qué buscaban y qué hallaron allí los Caballeros del Temple? 
                           

La respuesta, especulativa por supuesto, es:        
El Arca de la Alianza, los manuscritos                        que             contenían las enseñanzas de Jesús       (antes de que la Iglesia presumiblemente los           corrompiera) y los tesoros materiales de la Iglesia de Jerusalem. Y sin duda alguna la más sugestiva y que mas polvareda ha levantado ha sido la          
del  Arca                                                                                   
de la Alianza.                                                                         
¿Encontraron los Templarios el Arca? No puede   darse una respuesta segura a esta pregunta. La misión era secreta y secreto ha permanecido el   resultado. Pero existen presunciones, y en tal cantidad, que permiten establecer, al menos, una certeza moral. En 1128 se produce el retorno a Francia de Hugo de Payns y al menos cinco de sus caballeros, con un mensaje de Balduino II, Rey de Jerusalén, al Papa, demandando socorro por la falta de combatientes para proteger el nuevo reino cristiano. Pero Hugo                                                         
de Payns no es un consejero del Rey, que por lo general se escogían para aquella clase de misiones, ni está enfeudado en Tierra Santa. De hecho, no es Balduino II quién envía al caballero templario, sino que "aprovecha" un viaje de este para encargarle la misión. Y Hugo de Payns parte con casi todos, sino con todos, sus compañeros. Es evidente que no se desplaza a todos los caballeros para transmitir un simple mensaje. Hubo una orden venida del otro lado; el propio San Bernardo, de forma muy explícita, reconoce en los preliminares de la Regla que va a dar a la Orden del Temple, tanto que ha llamado a los Caballeros, como que su misión ha sido cumplida. Y si los caballeros han sido desplazados en tan gran número es por que escoltaban algo que debía ser custodiado, algo particularmente valioso.
Estas conclusiones no se hacen a la ligera. Louis Charpentier, en su obra "El enigma de la Catedral de Chartres", nos indica que en el pórtico norte de
dicha catedral, curiosamente llamado de los "Iniciados", existen dos columnitas en cuyo relieve esculpido ostentan, una, la imagen del
transporte del Arca en un carro de bueyes, con la leyenda Archa cederis ("obrarás por el arca"), y la otra muestra a un hombre que cubre o agarra con un velo el Arca, junto a un montón de cadáveres entre los que se halla un caballero en cota    
de malla.

Chartres, entre otros misterios, incluye el que a occidente de la parte baja                                   
del crucero sur de la catedral, hay una piedra rectangular, empotrada al sesgo en las otras losas, cuya blancura resalta netamente sobre el matiz grisáceo del enlosado. Esta piedra está marcada con una espiga de metal brillante, ligeramente dorado. Y cada año, el 21 de junio, un rayo de sol cae exactamente sobre la blanca piedra. Esta particularidad (parece improbable un capricho del enlosador) podría indicar algo, algo que, teorías diversas señalan como una señal del arca oculta.                                                                                    
                                                                                                       
                                  
Aparte de la Catedral francesa, merece un puesto de honor la Abadía de Rosslyn, en Escocia, cercana a Edimburgo. Después de la disolucion de la Orden del Temple, entre 1307 y 1314, muchos de los supervivientes se trasladaron a Escocia, y Rosslyn fue el ultimo reducto templario. Algunos eminentes investigadores, como Robert Goodman, sospechan que podría ser el emplazamiento definitivo del Arca de la Alianza que los Templarios
habrían llevado y escondido allí, junto con sus otros tesoros, nunca hallados.                                    
Lo que realmente encontraron los Caballeros del Templo de Jerusalem, suponiendo que todo esto sea cierto toda vez que la documentación al respecto es de dificil interpretación, sigue siendo una incógnita y con toda seguridad seguirá así durante quien sabe cuanto tiempo, si es que alguna vez conseguimos conocer la verdad de la historia. ¿Se formó la Orden realmente para preservar los hallazgos?
¿Tomaron para sí los templarios las enseñanzas de los manuscritos de Qumran, instituyendo dentro de la Orden unas nuevas creencias? 

Sea cual fuere su origen hay hechos inalterables:
a los caballeros Hugo de Payns y Hugo de la Champagna les cabe un papel protagónico; Andrés de Montbard, resulta también importante desde que es tío de Bernardo -hermano de su madre; los caballeros toman el nombre de Pobres Caballeros de Cristo; realizan los tres votos monacales -pobreza, obediencia y castidad- frente al Patriarca de Jerusalén; permanecen nueve años antes de su regreso para el Concilio de Troyes, y oscuros, se mantienen sin inmiscuirse en las guerras santas en que estaba sumida la zona. 

Y lo que sí está claro para la inmensa mayoría de historiadores con visión objetiva, es que la Orden del Temple buscó la Verdad, la verdad religiosa (en una época tremendamente peligrosa ante esas cuestiones), la verdad política y la verdad social.

:: Aproximación a la Orden Templaria ::

< Vestimenta >

La indumentaria representativa de la orden comenzó a gestarse con la adopción de la Regla del Císter por los templarios, por la cual tomaron el manto blanco característico de dicha orden religiosa. Posteriormente en 1146, el Papa Eugenio III concedió a los Templarios su hábito definitivo, ordenándoles portar, a la altura del corazón, una cruz roja en forma de cruz latina con los cuatro brazos iguales, pero más ancha en los extremos que en el centro de cada brazo, también denominada octogonal o pattée. 
Los Caballeros visten la túnica blanca que los diferencia de sus aliados-adversarios, los Caballeros de San Juan -hoy de Malta-, que
calzaban túnica negra. Si bien el blanco era el color elegido por el Císter, casualidad o no, era también el de los primeros pitagóricos, los Levitas que cuidaban el Arca, el de los esenios, el de los sufíes y el de la Orden de los Assesins.
Todos los miembros de la orden tenían la obligación de vestir hábito blanco o sobrevesta y capa del mismo color, prendas que no tardaron en convertirse en el manto blanco distintivo que hizo famosos a los templarios. «No se permite a nadie llevar hábitos blancos, o tener mantos blancos, exceptuando a los [...] caballeros de Cristo.» Así decía la regla de la orden, que explicaba la importancia simbólica de este atuendo: «A todos los caballeros profesos, tanto en invierno como en verano, damos, si pueden obtenerse, prendas blancas, para que aquellos que han 
dejado atrás una vida tenebrosa sepan que deben encomendarse a su creador por medio de una vida pura y blanca». 
La equipación que recibía el nuevo templario quedaba bajo su entera responsabilidad, sin poder compartirla con nadie, ni siquiera la más pequeña de sus prendas. También estaba obligado a cuidar el equipo con el mayor esmero, porque su vestimenta y su aspecto externo siempre
debía ser la mejor imagen de su condición de monje-caballero.                                                      

Como ropaje personal recibía un par de camisas, el mismo número de                                                 
calzas y mantos (uno de éstos, el de invierno, provisto de un forro de oveja
o carnero), una pelliza, un sayón, una capa, una túnica, un grueso cinturón                                                                                
de cuero, dos bonetes (uno de algodón y otro de fieltro) y un par de                                                   
zapatos. Para la cama se le proporcionaba un jergón, dos sábanas, una manta ligera o estameña y una manta gruesa. Todas llevaban unas rayas blancas y negras, que eran los colores del Temple, ademas de la cruz roja, que se cosía o se pintaba en el lugar más visible.                                                     
Estaban obligados a cortarse el pelo, pero tenían prohibido hacer lo mismo con la barba, lo cual les distinguía en una época en la que la mayoría de los
hombres iban bien afeitados. La dieta, la indumentaria y otros aspectos de la vida cotidiana quedaron estrictamente reglamentados de acuerdo con pautas tanto religiosas como militares.                                                                               
El comportamiento en el campo de batalla quedaba estrictamente controlado. Si caían prisioneros, por ejemplo, a los templarios no les estaba permitido pedir
clemencia ni ser liberados mediante rescate. Tenían la obligación de luchar hasta la muerte. Tampoco estaban autorizados a retirarse, a menos que el enemigo le superase numéricamente a razón de tres a uno.

< El Bausante >

El estandarte del Temple, que portaba un abanderado en las batallas, consistía en dos franjas horizontales: negra y más estrecha la de arriba; blanca, la inferior. Se denominaba Beaussant o "la bella enseña". El Bausante es el punto de referencia del Caballero (para los Hospitalarios era el Oriflama) durante los combates. Tienen que hacer lo posible para proteger la bandera y mantenerla por encima de la contienda, a modo de                           
protección mágica que es papel que desempeñan todas las banderas o estandartes. El Bausante era portado por un Caballero que no podía usarlo para
defenderse de un ataque del enemigo, no obstante este Caballero que solía ser alguno que hubiera ya demostrado su valentía y coraje durante algunas batallas; era protegido por un número de entre seis y diez caballeros casi tan valíentes como lo era el porta-estandarte.                                        

- Significado de estos tres colores -
El Blanco: 
El color Blanco suele representarse por La Luna, y su significado es el de la pureza, castidad, virginidad. 
El blanco es el color del individuo que cambia
de condición, que evoluciona tras su iniciación. 
El color Blanco, represente el eje Este/Oeste, la salida y la puesta del Sol. 
También es el color de la muerte; los vivos llevan luto negro en señal de duelo, mientras que al muerto se le viste con un sudario blanco que lo prepara para su llegada al otro mundo.

Este color es también el del iniciado y el que se emplea en los ritos. Es emanación de lo divino, su manifestación; (Marcos 9, 2-5) “Jesús lleva consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los conduce solos, apartados a una alta montaña. Se transfigura ante ellos y sus ropas se vuelven de un blanco resplandeciente ” Por ultimo diremos sobre este color que para los magos y los druidas era llamado no blanco sino el “emblema de la LUZ ”. 

En el Artículo 17 de la regla podemos leer:

-“ Aquellos que hayan abandonado la vida tenebrosa reconozcan mediante
él habito blanco que se han reconciliado con su creador: significa blancura y santidad de su cuerpo... es castidad, sin la cual no se puede ver a Dios.

El Negro:

Esta relacionado con las tinieblas, lo oculto, la muerte, también significa la fuerza y el valor, representa el eje Norte/Sur, de ahí los 4 brazos de la Cruz Paté.

En otras religiones represento a las divinidades femeninas paganas, las Diosas Madres (Isis) y no olvidemos que los Cristianos tenemos Vírgenes de
color negro como la Virgen de Lluch o la Virgen del Pilar de Zaragoza, y sin olvidar los Cristos Crucificados de color oscuro o negro y que tuvieron su relación con la Orden del Temple.

En Heráldica el color negro se denomina “sable” (del Latín sabulum = arena) su relación con la tierra es evidente, ya que es la tierra negra la materia prima de los Alquimistas, de hecho el significado de Alquimia es Piedra Negra. 
Entre la oposición del Blanco y el Negro y esta alternancia en el tablero de Ajedrez; son también el símbolo del ritmo de la naturaleza, el paso permanente del dia a la noche, del bien al mal.

El Rojo:

Simboliza la Sangre vehículo del Alma en muchas religiones. El gran misterio de la sangre, en la religión de Cristo; engendro el mito del Grial; Copa Sagrada que contiene la Sangre del cristo Crucificado:                                           
“Roja por que roja es la sangre vertida por Cristo, pero también es símbolo de vida...” 
Por ello es también el símbolo del sacrificio que debían hacer los Caballeros   
de la Orden del Temple. El color rojo hace referencia al Sol.                                              

Por último mencionaremos que en algunos pueblos se conocía a los Caballeros del Temple como los Monjes Rojos y era por que al volver de sus batallas volvían con el manto Blanco completamente manchado de sangre, de la sangre de sus enemigos.

:: EL PRIORATO DE SION Y LA ORDEN DEL TEMPLE ::                                                                             
Cuentan las crónicas que en el año 1099, tras la
conquista de Jerusalén, el gobernante de la ciudad
Godofredo de Bouillon fundó una misteriosa Orden sobre la abadía de Notre Dame du Mont Sión, de la que poco se sabe. Sería más tarde dicha sociedad la que impulsaría la creación de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y el Templo de Salomón, más conocidos como Caballeros Templarios.
Si hacemos caso a los textos procedentes del
Priorato, la Orden de Sión tendría en la época de
su fundación un poder considerable, eso sí, siempre entre bastidores, llegando incluso a afirmar que los reyes de la ciudad santa debían su
trono a esta enigmática sociedad. Así pues, ellos
serían los verdaderos artífices de la extraordinaria progresión que experimentaron los Templarios en los años siguientes, obedeciendo todo ello a un plan previamente establecido.

De acuerdo con estas fuentes, al menos cinco de los nueve fundadores
del Temple pertenecían a su vez a la Orden de Sión, y se podría decir que en principio el Temple era el brazo armado de la anterior o incluso que ambas órdenes eran una sola, puesto que según parece compartían el mismo Maestre. Sería el caso de André de Montbard, uno de los caballeros originarios de la orden templaria y que llegaría a ser el máximo
dirigente de la misma. 
Esta situación de prolongaría aproximadamente  durante unos sesenta años , hasta que en 1188, un año
después de la caída de Jerusalén en manos musulmanas, se produjo un cisma entre las dos órdenes que produjo su separación definitiva. Según el Priorato de Sión, de la pérdida de Tierra Santa sería en gran parte culpable la Orden del Temple, y más concretamente su Maestre Gérard de Ridefort, a los que los documentos "prioré" acusan
de traición. Éste arrastró a los
Templarios a combatir en la batalla de los Cuernos de Hattin, que significó un autentico desastre para los cruzados y propició la caída de
Jerusalén. 
La situación derivaría en que la Orden de Sión se trasladaría a Francia, abandonando a los Templarios a su suerte, sus pupilos y protegidos hasta la                                                                                  
fecha. La ruptura de relaciones se simbolizó mediante la tala de un olmo de ochocientos años, en la ciudad de Gisors. A partir de ese momento, la
Orden de Sión cambió su nombre por el de Priorato y se dedicó a sus propios objetivos. Pero... ¿de que objetivos se trataba?.

Supuestamente, la misión del Priorato consistiría en proteger un gran secreto relacionado con los descendientes de la dinastía de los reyes
merovingios y restaurar en la monarquía de Francia a uno de sus miembros.
Para seguir conociendo al Temple, debemos profundizar ahora en la intrigante misión que se ha impuesto el Priorato de Sión. 
Hay tradiciones que dan gran importancia a María Magdalena, de quien se nos dice que tras la crucifixión de Jesús llega a las Galias escoltada por José
de Arimatea y portando el Santo Grial. Según lo que podemos extraer de la concepción del Priorato, María Magdalena sería la esposa de Jesús, y cuando viajó lo hizo embarazada o acompañada de su progenie. Naturalmente aquí el término "Santo Grial" debe comprenderse en el sentido de Santa Sangre, es decir, como la descendencia física de Jesús, que se trasladó a las Galias
y se continuó allí. La Iglesia omite toda mención en su propia tradición del
Santo Grial pues, lógicamente, no le conviene. Es la lucha que hasta hoy subsistiría entre los herederos de Pedro y los de María Magdalena, los herederos de la fe y los herederos de la Sangre.
 
:: El Grial ¿un linaje sagrado? ::

Una vez en la actual Francia, este linaje judío se unió matrimonialmente con el de los reyes francos, dando lugar a los merovingios. Alrededor del año 500 d.c., con el bautismo y conversión del rey Clodoveo, la Iglesia Romana se instauró como suprema autoridad espiritual de Occidente. Se podría decir que fue un pacto entre Roma y los merovingios, originando una alianza que
debería engendrar un nuevo sacro imperio romano. Pero parece que la lealtad de los francos a la Iglesia no era muy intensa, ya que los merovingios seguían manteniendo simpatías por la religión arriana que practicaban antes de su conversión al cristianismo. Doscientos años
después, el rey merovingio Dagoberto II fue asesinado junto con su familia por encargo de su propio mayordomo de palacio, Pipino de Heristal. La Iglesia, viendo peligrar su hegemonía, habría apoyado la conspiración. Con la muerte de Dagoberto y sus descendientes la dinastía merovingia llegó a su fin, y comenzó la de los mayordomos de palacio: los carolingios, que contaban con el apoyo eclesiástico. Éstos, que eran a fin de cuentas unos usurpadores, trataron de legitimarse casándose con princesas merovingias y continuaron con su reinado. Con Carlomagno llegaron a abarcar un imperio que se extendía por la totalidad de la Europa occidental y lo gobernaban al servicio de Roma. 
Pero podría ser que la dinastía merovingia no se    extinguiese con Dagoberto II. Según afirma el Priorato de Sión, los merovingios, la estirpe de Jesús, sobrevivieron a través de un hijo de
Dagoberto que se habría salvado del asesinato de
su familia. Se llamaba Sigisberto IV, y entre sus
descendientes estaría más tarde Godofredo de
Bouillon. Sabemos por los Evangelios que Jesús era
de sangre real y de la estirpe de David. Es decir,
Jesús era el heredero legítimo del trono de
Jerusalén. Sus más incondicionales seguidores     
eran los nacionalistas zelotes, unos fanáticos          
integristas que aspiraban a expulsar al gobierno    
títere prorromano e reinstaurar el verdadero linaje  
real. En las Cruzadas, con la conquista de  
Jerusalén y la coronación de Godofredo de Bouillon, un heredero de Jesús recuperó su patrimonio legítimo volviendo a ser rey de la Santa Ciudad.

(Nota sobre Godofredo de Bouillon: Los enemigos de las Cruzadas, presentan a Godofredo como una bestia humana sedienta de sangre, un ser corrupto y despreciable, pero, por el contrario, Godofredo se parece mucho más al prototipo de gran caballero cristiano que nos ha transmitido su leyenda. Y es que el Godofredo real es, a la vez, un cruzado legendario. Era hijo 
del conde Eustaquio II de Boulogne, descendía por parte materna de
Carlomagno y su feudo, dependiente del Sacro Imperio Romano Germánico, comprendía gran parte de Bélgica (era además conde de Amberes) y el Señorío de las Ardenas, aunque el condado se extendía más al sur. Sus feudos estaban enclavados en una región sometida a fuerte influjo de Cluny y para obtener fondos con destino a la Cruzada hipotecó buena parte de sus tierras. Tenía el aspecto de todo un señor, alto e imponente, rubio de
barba y cabellera, dotado de tanto valor como fortaleza y conocido 
por su piedad y tendencia a la oración. Dos de sus hermanos le acompañaron en la gran aventura: el mayor, Eustaquio III de Boulogne, y el menor, Balduino. Muchos caballeros del Mosa, de Lorena y de Valonia siguieron a los hermanos de la casa de Boulogne. Como Godofredo era leal al Emperador, aunque no se sentía enemigo del Papa, evitó el viaje por Italia y condujo a sus tropas por Hungría. Godofredo impuso una
disciplina severísima a su ejército, e incluso tuvo la osadía, después de
haber acampado a orillas del Cuerno de Oro en la víspera de Nochebuena
de 1096, de atacar la capital de Bizancio, Costantinopla, tras negarse a jurar fidelidad al emperador Alejo cuando se la exigió, si bien los imperiales obtuvieron una brillante victoria defensiva. Durante la peregrinación armada
hacia Tierra Santa, Godofredo de Bouillon también participó activamente en las batallas de Nicea y de Dorilea contra los turcos y en el asedio y asalto 
de Antioquia en el 1098).

Es posible que dada la hegemonía de la Iglesia en la época, Godofredo nunca pudiera reivindicar como quisiera su linaje y su derecho. A fin de
cuentas, Roma estaría detrás de la traición a su familia y aunque no sabemos si la Iglesia estaba al tanto o no del linaje del nuevo rey, una revelación pública podría haber sido muy peligrosa. Godofredo habría entonces, para proteger el secreto de ese linaje sagrado, creado la Orden
de Sión y su brazo armado, la Orden del Temple. Curiosamente, las leyendas griálicas que surgieron en la Edad Media, presentan a los Templarios como los custodios del Santo Grial.

 




El propio Priorato, los Templarios, o puede que ambos, desarrollando una estrategia a largo plazo, habrían protegido a los herederos del Rey de Israel
con el objetivo de conseguir la dominación mundial bajo la égida de la
dinastía davídica. No hace falta decir que las circunstancias históricas no permitieron que el objetivo se cumpliera. Tras la caída de Jerusalén y la pérdida de Tierra Santa el proyecto se fue a pique. Los herederos de David se vieron una vez más sin corona y la existencia de la Orden del Temple se hizo innecesaria. Algunos tratan de ver en esto una explicación de porque los Templarios no se resistieron cuando fueron apresados por las tropas de Felipe IV.

Sin posesiones en Ultramar, separados de la Orden de Sión y con los
descendientes de los merovingios nuevamente en la sombra, ya no tenían razón de ser.

:: EL TEMPLE: UNA MAQUINARIA PERFECTA ::

:: La Expansión de la Orden ::

En 1139 el Papa Inocencio II —ex monje cisterciense en Clairvaux y
protegido de San Bernardo— promulgó una bula según la cual los
templarios no debían lealtad a ningún poder secular o eclesiástico
 
salvo al propio Papa. Dicho de otro modo, se les declaraba
independientes de todos los reyes, príncipes y prelados, y libres de toda
intromisión por parte de las autoridades, así políticas como religiosas. En
efecto, a partir de aquel momento los templarios serían sus propios jueces,
un imperio internacional autónomo.

Durante los dos decenios que siguieron al concilio de Troyes la orden se
expandió con una rapidez y a una escala extraordinarias. Cuando Hugues de
Payen visitó Inglaterra a finales de 1128 fue recibido con «gran adoración»
por el rey Enrique I. En toda Europa los hijos menores de las familias
nobles se apresuraban a enrolarse en la orden, y de todos los rincones de la
cristiandad llegaban inmensos donativos en dinero, bienes y tierra. Hugues
de Payen donó sus propiedades, y a todos los reclutas se les obligaba a
hacer lo mismo. Al ser admitido en la orden, un hombre tenía la obligación
de traspasar a ésta todos sus bienes.

La orden del temple regentó más de 9000 encomiendas en Europa, la
mayoría de las cuales fueron extensiones agrícolas, en las que se producía
vino, aceite y maiz, a la vez que se criaba ganado, construcciones rurales
que se parecían mucho a las cistercienses, edificadas en un orden
rectangular, con la capilla orientada hacia el sur y el reflectorio al norte,
arropando los establos ya que los caballos eran tremendamente importantes
para ellos, se protegían ante todo, se cuidaban con el mismo esmero que
hoy en día se cuidan para ganar millones, las cuadras de Richerenches en
Vaucluses, la Convertoirade en Larzac, que fue dada a los templarios en
1158, pasando posteriormente a los Hospitalarios, como muchas otras
pertenencias, son dos significativos detalles, del tipo de encomiendas
templarias.

El Papa Inocencio II autorizó a los templarios a construir Iglesias y
Capillas para su uso, sobre las que nadie, salvo el Papa, tenía autoridad
alguna y que propició grandes resquemores entre el estamento clerical dado
que ni obispos o cardenales (factotum político social) podían entrometerse
ni tenían poder alguno en ellas.

El diseño era, habitualmente, simple: edificios rectangulares cubiertos por
una bóveda, sostenida por arcos, con una apsis semicircular (habitual en
construcciones religiosas del siglo XII) y exentas de cualquier ostentación (a
las miradas comunes).

El coro normalmente estaba iluminado por tres ventanales y la torre del
campanario era de una total simplicidad, acorde con el resto de la
construcción y en contraposición con la rica ornamentación del resto de
construcciones religiosas de la época.

En cuanto a las construcciones militares, las técnicas usadas por los
templarios iban, lógicamente, encaminadas a la creación de poderosos
fuertes para la defensa del reino de Jerusalem. Sin embargo, las
construcciones militares más importantes se realizaron con posterioridad a
la pérdida de Jerusalem en 1187.

 
:: Estructura administrativo-financiera ::

Los templarios no únicamente estuvieron envueltos en las cruzadas en

Tierra Santa, también se involucraron en la reconquista española y
portuguesa, recibiendo en esos paises
importantes donaciones que había que
preservar, expandir y administrar. Solo
durante el periodo 1119 -1150 se cuentan
mas de 600 donaciones. El tipo de
donaciones que recibieron puede, a veces,
parecer escaso pero se trataba de
extensions de terreno, propiedades en
desuso, cosechas, impuestos creados
especialmente para ser recaudados por
ellos...., de ahí nació la semilla que supuso
la inmensa riqueza (y la envidia también).
Esta inmensa riqueza no era debida sino a
la simple visión de su necesidad, a una
visión de futuro prodigiosa. Y todo ello sin
olvidar los beneficios que producía su flota

de Marsella y que, junto a los provenientes de tierra adentro, les permitió
financiar su poderosa máquina de guerra, sus investigaciones, sus
misteriosos viajes, la construcción de castillos, fortificaciones e iglesias.

La formidable, compacta y bien conducida estructura administrativo-
financiera hizo posible la posesión de unos 970 castillos y preceptorias. En
Paris y Londres la Orden disponía de grandes complejos con bellas y
espaciosas iglesias, cada una con su rotonda habitual.

Fuera de las grandes ciudades, los templarios poseian grupos de casas
dispuestas alrededor de la preceptoría de la región y cuyo cometido era la
de locales de reclutamiento, centro logístico, asesoría, etc.

:: La Banca y las Finanzas ::

Al igual que otras órdenes religiosas, los templarios ya actuaron como
verdaderos banqueros desde el principio de la creación de la Orden. Era
normal que los feligreses confiaran sus propiedades y dineros a iglesias y
abadías para beneficiarse de la protección que Dios daba a esos edificios, en
otras ocasiones, se depositaba dinero, joyas y obras de arte en las iglesias
sin perder su propiedad, debido a ello, iglesias y abadías resultaban
verdaderas "cajas de seguridad", así como las propiedades templarias en el
Medio Oriente, que eran como sucursales de las europeas y donde los
peregrinos podían obtener el dinero necesario para su estancia en Tierra
Santa, como préstamo bajo la garantía depositada en encomiendas
europeas.

Era el doble aspecto de la Orden (Religiosa -Militar) lo que daba firmes
garantías a los depósitos y que inspiraba la mayor confianza, hasta el punto
de que muchos peregrinos encomendaban todas sus pertenencias a los
templarios para, en caso de secuestro o muerte durante la peregrinación
 
(no olvidemos que se trataba de un viaje peligroso) pudieran pagarse
rescates o, en el peor de los casos, para que esas pertenencias pudieran
entregarse a los herederos.

Sus inmensos recursos, junto a la exención de impuestos que gozaban, les
permitieron dar préstamos, particulares e institucionales, a una escala
enorme y desconocida en la época: directa e indirectamente financiaron las
cruzadas, las necesidades en Tierra Santa, a principes y reyes, inventaron
lo que hoy conocemos como letra de cambio, y de todo ello se tomaba la
debida nota (en muchos casos acompañada de otras notas encriptadas,
según la importancia del documento) archivándose fielmente en sus
numerosas posesiones.

Esta aureola de honestidad, honestidad que era enteramente real ya que la
malversación de fondos podía castigarse con la misma muerte, aunque no
haya noticias de que algo así ocurriera nunca, junto a sus riquezas, les
permitió asimismo adquirir gran influencia política y colocar a algunos de
sus miembros en diferentes estamentos o actuar de consejeros privados.
Quizás, en este aspecto político -financiero, el único error que tuvieron los
templarios fue el de financiar y administrar la fortuna real de Felipe
IV, que se depositó en el templo de Paris permaneciendo allí durante la
época de apogeo de los templarios y regresando al Louvre tras la caida de
la Orden.
 
II.-LOS MISTERIOS DE LA ORDEN TEMPLARIA
:: LOS TEMPLARIOS EN AMERICA ::

Como anteriormente hemos mencionado, al poco tiempo de su fundación, la
Orden del Temple comenzó a recibir ingentes cantidades de dinero
provenientes de donaciones y grandes extensiones de tierra para
administrar, lo que permitió destacar a los monjes-guerreros como hábiles
economistas, impulsando la economía en todos los aspectos. Conocedores
de que el mantenimiento de su brazo militar en Palestina era sumamente
costoso, el Banco del Temple y su Marina tendieron toda una tupida red que
estableció relaciones comerciales con los estados europeos y los
musulmanes. Inventaron la banca moderna, introduciendo las cláusulas
penales y la letra de cambio. Asimismo ejercieron de tesoreros de reyes y
nobles, y no solo aceptaban moneda, sino también cualquier objeto de
valor, prestando a cambio dinero contante y sonante. A pesar de sus
múltiples operaciones financieras siempre disponían de mucho efectivo, y
sin embargo, en esa época las piezas monetarias en circulación eran muy
escasas. Eso no fue impedimento para que en el siglo XII financiaran en
Francia la construcción de más setenta iglesias y ochenta catedrales,
pagando los materiales y los jornales de todo tipo de obreros y
trabajadores. El oro no abundaba y la plata, muy escasa y que había
llegado a cotizarse más que aquel dado que desde la época de los romanos
no habían existido nuevas explotaciones, se tornó bastante corriente con la
entrada en escena del Temple. Había muy pocas minas en Europa, Asia y
África, si tenemos en cuenta la enorme cantidad de este metal que se llegó
a mover en la alta Edad Media, y después del exterminio de los templarios,
resultó que la producción de las minas existentes en los territorios
oficialmente conocidos en el siglo XIV era claramente insuficiente. Entonces,
¿de donde provenían las reservas?

Algunos autores sostienen que los Templarios iban y venían de América con

barcos cargados de plata, que posteriormente concentraban en la ciudad
francesa de Sours. Hoy en día, a sabiendas
de que los vikingos alcanzaron el continente
americano bastante tiempo antes que los
conquistadores españoles, la hipótesis no
parece del todo descabellada. Enumeremos
pues las evidencias.

Tras la disolución de la Orden del Temple,
los templarios españoles ingresaron en
masa en la Orden de Calatrava, y parece
seguro que fue en el convento de dicha
orden donde Cristóbal Colón, que se alojó
allí, halló los elementos que le dieron la


certeza en cuanto a la existencia de las
Indias Occidentales. En Portugal fue creada especialmente para los
templarios supervivientes la Orden de Cristo, que usaba la cruz templaria,
la cruz de gules pateada. Cuando los portugueses de Enrique el Navegante
se lanzaron al descubrimiento de los océanos pareciendo saber exactamente
a donde iban, sus velas debían llevar obligatoriamente la cruz roja de la

 
Orden del Temple. Los marinos portugueses tenían prohibido navegar más
allá de Cabo Mogador sino portaban dicho pabellón. Cruz, que por otra
parte, también se hallaba en las tres embarcaciones colombinas.
Precisamente en el país vecino estuvo el almirante Cristobal Colón, no sólo
para encontrar financiación para su empresa, sino con el fin de estudiar las
cartas marítimas que guardaba la Orden de Cristo y que se consideraban las
más completas del mundo.

Por otra parte, el Temple poseía una flota propia y contaba con
puertos que miraban no solo al Mediterráneo sino también al
Atlántico. Destacamos la enigmática encomienda francesa de La Rochelle,
en la que el Temple disponía de un puerto muy importante cuya ubicación,
apartada de las rutas usuales, no estaba justificada en modo alguno. Este
puerto se hallaba fuertemente protegido por unas cuarenta encomiendas en
un radio de ciento cincuenta kilómetros y su importancia podría ser enorme
de ser cierta la confesión de un templario.
(Foto de la izquierda – Puerto de la

Rochelle)

Por su parte, los conquistadores

españoles se encontraron en la

península de Yucatán una leyenda que

narraba que unos hombres blancos llegaron

a sus costas en grandes barcos. Y estos

altos y hermosos hombres, que vestían
extrañas vestimentas, fueron generosos y legaron a las gentes mayas
grandes conocimientos. Una de las cosas que más asombró a los religiosos
que acompañaron a Colón, fue que los indios no se extrañaban al ver la
cruz ni al contemplar a los caballeros armados. Es más, incluso parecía que
los estaban esperando. Algunas de sus tradiciones hablaban de que "llegará
un día en el que vendrán por mar grandes hombres, vestidos de metal, que
cambiarán nuestras vidas para bien". También los mayas adoraban a
Kukulkán, un dios "blanco y barbado" y a una cruz, en la cual murió "un
hombre de luz que vivirá eternamente". ¿Pudieron ellos solos alimentar esta
idea, tan cercana al cristianismo?

Resulta curioso por otra parte también que los sacerdotes mayas
americanos, que como hemos visto conocían el cristianismo antes de la
llegada de los españoles usasen una sotana blanca muy parecida a la
vestimenta templaria.

:: EL FINAL DE LA ORDEN ::

En 1306 Felipe IV de Francia —Felipe el Hermoso— deseaba vivamente limpiar
su territorio de templarios. Éstos eran arrogantes y díscolos. También
estaban muy bien adiestrados, por lo que constituían una fuerza militar
mucho más poderosa y mejor organizada que las que el rey tenía bajo su
mando. La orden estaba firmemente establecida en toda Francia, y en
aquellos momentos incluso su lealtad al papa era sólo nominal. Felipe no
ejercía ningún control sobre la orden, a la que debían dinero. Para él había
sido una humillación tener que buscar refugio en la preceptoría del Temple
al huir de las turbas rebeldes de París. Codiciaba la inmensa riqueza de los
templarios, que había tenido ocasión de ver durante su estancia en su sede.
Y habiendo solicitado ingresar en la orden en calidad de postulante, había
sufrido la indignidad de ser rechazado altivamente. Estos factores —unidos,
por supuesto, a la alarmante perspectiva de tener un Estado templario
independiente a sus espaldas— bastaron para incitarle a actuar. Y la herejía
fue una excusa oportuna.

Ante todo, Felipe tenía que asegurarse la cooperación del papa, a quien los
templarios, al menos en teoría, debían lealtad y obediencia. Entre 1303 y
1305 el rey de Francia y sus ministros proyectaron el secuestro y la muerte
de un pontífice (Bonifacio VIII) y muy posiblemente el asesinato por
envenenamiento de otro (Benedicto XI). Luego, en 1305, Felipe logró que se
eligiese papa a su propio candidato, el arzobispo de Burdeos. El nuevo
pontífice tomó el nombre de Clemente V. Estando en deuda con la influencia
de Felipe, el nuevo papa no podía rechazar las exigencias del rey. Y entre
estas exigencias estaba la supresión de los caballeros templarios.

Felipe planeó sus jugadas cuidadosamente. Redactó una lista de
acusaciones, basada en parte en los informes de sus espías infiltrados en la
orden y en parte en la confesión voluntaria de un supuesto templario
renegado. Armado con estas acusaciones, Felipe pudo actuar por fin; y
cuando descargó el golpe, éste fue súbito, rápido, eficiente y letal. En una
operación de seguridad, el rey envió órdenes selladas y secretas a sus
senescales de todo el país. Estas órdenes debían abrirse simultáneamente
en todas partes y ser cumplidas en el acto. Al amanecer del viernes 13 de
octubre de 1307 todos los templarios de Francia serían apresados por los
hombres del rey y quedarían detenidos; sus preceptorías serían incautadas
en nombre de la corona; sus bienes serían confiscados. Pero, aunque al
parecer el golpe se descargó por sorpresa, tal como pretendía el monarca,
éste no consiguió que se cumpliese su objetivo principal: apoderarse de la
inmensa riqueza de la orden. Nunca dieron con ella, y la suerte que corrió
el fabuloso «tesoro de los templarios» sigue siendo un misterio.

De hecho, es dudoso que el ataque por sorpresa que Felipe descargó contra
la orden fuera tan inesperado como creía el rey y como creerían luego los
historiadores. Muchos datos inducen a pensar que los templarios recibieron
algún tipo de advertencia. Poco antes de las detenciones, por ejemplo, el
Gran maestre, Jacques de Molay, hizo quemar muchos de los libros y las
reglas de la orden. A un caballero que se retiró de la orden en aquel
momento le dijo el tesorero de la misma que su decisión era
extraordinariamente «sabia», toda vez que era inminente una catástrofe. Se
envió una nota oficial a todas las preceptorías de Francia haciendo hincapié
en que no se diese a conocer ninguna información relativa a las costumbres
y rituales de la orden.

En todo caso, ya fuera porque se les avisó por adelantado o porque
dedujeron que se tramaba algo contra ellos, no hay duda de que los
templarios tomaron ciertas precauciones. En primer lugar, parece ser que
los caballeros que eran capturados se sometían pasivamente, como si
tuvieran instrucciones de obrar así. No existe en Francia ningún testimonio
 de que la orden opusiera una resistencia activa a los senescales del rey. En
segundo lugar, hay pruebas persuasivas de que determinado grupo de
caballeros —virtualmente todos ellos vinculados con el tesorero de la orden—
protagonizó una fuga organizada. Por consiguiente, tal vez no sea extraño
que desapareciera el tesoro del Temple junto con casi todos sus documentos
y registros. Rumores persistentes pero no comprobados hablan de que el
tesoro fue sacado en secreto de la preceptoría de París, al amparo de la
noche, poco antes de que se practicasen las detenciones. Según dichos
rumores, fue transportado en carretas hasta la costa —seguramente hasta
La Rochelle, la base naval de la orden— y cargado en dieciocho galeras, de las
cuales nunca más se supo. Sea esto cierto o no, parece ser que la flota de los
templarios escapó de las garras del rey, porque no hay noticia de que alguna
de las naves de la orden fuera apresada. Por el contrario, parece que las
dieciocho galeras desaparecieron por completo, junto con lo que
transportaban.

Los templarios detenidos en Francia fueron procesados y muchos de ellos
sufrieron tortura. Se les arrancaron confesiones extrañas y se les acusó de
cosas todavía más extrañas. Por todo el país comenzaron a circular rumores
siniestros. Se decía que los templarios adoraban a un demonio llamado
Bafomet. Se decía que en sus ceremonias secretas se postraban ante una
cabeza barbuda de varón que les hablaba y les investía de poderes ocultos.
Los testigos no autorizados de tales ceremonias nunca eran vistos otra vez.
Y había también otras acusaciones todavía más imprecisas: de infanticidio,
de enseñar a las mujeres a abortar, de besos obscenos a instigación de los
postulantes, de homosexualidad. Pero de entre todas las acusaciones
lanzadas contra estos soldados de Cristo, que habían luchado y dado sus
vidas por Cristo, sobresale una por ser la más estrafalaria y aparentemente
improbable. Les acusaron de negar ritualmente a Cristo, de repudiar y
pisotear la cruz y de escupir sobre ella. Pero sobre esto volveremos más
adelante.

La suerte de los templarios detenidos quedó decidida, cuando menos en
Francia.

21 de Octubre de 1307. En una amplia sala del palacio de Felipe IV, rey de
Francia, de suelo embaldosado con frías piedras iluminadas por la luz que
deja pasar una ventana ojival, abierta al gris patio interior y la llama de
unas antorchas murales, unos esbirros descansan en un rincón tras acabar
su trabajo.

Ahora les toca a ellos, a los escribanos, piensan. Ellos ya han conseguido su
objetivo. Después de untar con sebo los pies y piernas y ponerle sobre las
ascuas contenidas en un enorme brasero de bronce, veinticuatro horas al
día, un día tras otro, han conseguido que Godofredo de Charnay, otrora
comendador templario de Normandía, ahora un cuerpo con los huesos de
las piernas al aire, en otros tiempos vestido con el manto blanco con roja
cruz de la Orden, envuelto hoy en sanguinolentos y sucios harapos,
comience a hablar.

Son los verdugos del rey. Revestidos en cuero y mallas, han atormentado a
este hombre que susurra en voz baja que ignoraba todo lo que se decía
 acerca de la adoración ritual a un gato negro, o sobre la misteriosa cabeza
de forma bafomética, que nunca vio, pero los legistas agudizan el oído
cuando comienza a decir que "después de haberme recibido e impuesto el
manto, me trajeron una cruz en la que había una imagen de Jesucristo. El
hermano Amaury (se refiere a Amaury de la Roche, amigo de San Luis, el
rey santo abuelo de Felipe IV el Hermoso), me dijo que no creyera en aquél
cuya imagen estaba representada porque era un falso profeta, no era
Dios..."

Muchas otras confesiones arrancadas con los más horrendos suplicios y las
más crueles torturas imaginables completaron el expediente que se instruía
en aquellas fechas por Guillermo de Nogaret, guardasellos y abogado del
Reino que habitualmente defendía a la Corona en sus diferencias con la
Iglesia, por orden del mismísimo Rey.

Las preguntas eran perfectamente inquisitoriales, pues ya se sabía la
contestación que se esperaba: un sistema muy cómodo elaborado por
juristas versados en herejías contra la Iglesia. Los prelados interrogadores
estaban interesados en demostrar que los templarios eran gnósticos y
docetas o, lo que era peor, maniqueos. ¿Y si se llegaba a establecer que
habían caído en una de las sectas libertinas de los gnósticos carpocratianos,
nicolaístas y maniqueos? ¿O tal vez habían abrazado la herejía
mahometana? A fin de cuentas, eran muy amigos de sarracenos y judíos.

Ahora bien: las preguntas que se les dirigían no eran en modo alguno fruto
de la casualidad. Se trataba de establecer, sobre todas las cosas, si
los hermanos del Temple consideraban a Jesús como un falso
profeta, como un criminal de derecho común que habría sido
condenado y ejecutado por sus crímenes. Y si esto quedaba
establecido, los templarios se habrían sumado a los asesinos de
Nuestro Señor, como había escrito Felipe IV el Hermoso en su
proclama.

En estas últimas preguntas los inquisidores estaban bien informados: lo
habían demostrado cien años antes en la cruzada contra los cátaros. A
través de ellos habían conocido un secreto de la Iglesia reservado a los más
altos dignatarios: la revelación del verdadero rostro de Jesús en la Historia,
Es rostro había sido registrado en los archivos del Imperio Romano;
Constantino los expurgó; el judaísmo lo había conoció y fue víctima de una
tormenta de persecuciones durante más de mil trescientos años; lo
conocieron los cátaros y fueron cruelmente exterminados, aunque los
templarios se negaron a unir sus tropas a las del Papa. Todos conocían el
verdadero rostro, la verdadera historia de Jesús que para nada interesaba
que fuera de dominio público por motivos a cuan más espurios.

Lunes 11 de Marzo de 1314. Es una fecha controvertida por ausencia de
documentos y de calendarios en la época, época en que el año empezaba
en Pascua, que además era fiesta móvil. Pero sabemos que Molay murió un
lunes víspera de San Gregorio, y el 11 de Marzo coincide. Los
interrogatorios han concluido. Bien sea por torturas físicas o psíquicas, por
halagos o promesas, por mazmorras o por cadenas, los caballeros
templarios que no han muerto han terminado por confesar sus faltas. La
 herejía está demostrada. Se han obtenido 207 confesiones. Ahora sólo
queda decidir la suerte del Gran Maestre y su Estado Mayor.

La mañana de ese día, en París, Jacques de Molay, gran maestre del
Temple, Godofredo de Gonaville, comendador de Poitu y Aquitania;
Godofredo de Charnay, comendador de Normandía, y Hugo de
Payrando, gran visitador de la Orden, son sacados de los calabozos de su
fortaleza y conducidos a la Catedral. Allí esperan la comisión cardenalicia
con los decretistas, que habían hecho levantar una tarima delante de Nôtre-
Dame a fin de dar lectura pública a sus confesiones y a la sentencia final.

Hacen subir a ella a los caballeros y les hacen arrodillarse: se les condena a
"ser encerrados a perpetuidad y en silencio, considerando que lo han
confesado todo, para que tengan tiempo de llorar por sus culpas", teniendo
como único alimento "el pan de dolor y el agua de tribulación"... "In
nomime Patris...". Felipe el Hermoso se mostraba misericordioso con ellos
porque habían "confesado sus faltas de una manera ingenua". La
"misericordia" de Felipe se mostraba conmutando la pena de muerte por la
pena de ser encerrado a pan y agua en una oscura, húmeda y silenciosa
mazmorra por el resto de su vida a estos ancianos debilitados. Felipe había
medido bien el golpe: la condena era casi benigna y se ganaría la voluntad
del populacho, que quería y respetaba a los templarios.

Pero en ese instante, sin que nadie lo esperara, se
levantan el Gran Maestre y el Comendador y,
cortándole la palabra a Arnaldo de Farges, sobrino
de Clemente V, dirigiéndose tanto a los
inquisidores como a la multitud, la atronadora voz
de de Molay declara que todo lo que habían
confesado era falso, fruto del tormento, el
engaño y las promesas del Rey y del Papa.
Habían admitido los cargos por confianza en
el Papa y en el Rey, quien les había
prometido la libertad a cambio de la
confesión. Continuaron protestando en especial
contra el arzobispo de Sens, Felipe de Marigny,
familiar del también allí presente Nicolas de
Fréauville, confesor y consejero del Rey.


La protesta no es sólo la diferencia entre vivir o
morir, pues son unos ancianos (de Molay contaba ya ochenta años), casi
unos moribundos por las incurables heridas producidas en el interrogatorio,
sino que la libertad supone disponer del tesoro ambicionado por el Rey, y
nunca hallado hasta hoy, para reagrupar a los dispersos caballeros,
reanudar la empresa templaria y, quien sabe, tal vez conseguir su meta,
también ignorada hoy en día.

Todos saben cuál es la pena para los relapsos (del latín re-lapsus: recaído.
Se aplicaba a los que recaían en la herejía después de haber declarado
públicamente su abominación de la misma): la hoguera. Una muerte
dolorosa, pero sólo dura unos minutos. Mucho menos terrible que irse
pudriendo en un pozo oscuro, silencioso y húmedo, lentamente unos
hombres acostumbrados al sol de Oriente y las aguas del Mediterráneo.

Para de Molay y para Charnay la decisión ya está tomada. Sus miradas se
han cruzado cuando ha sido pronunciada la frase fatídica y se han
comprendido. Y es la voz del Gran Maestre la que se eleva: "Monseñores,
mi hermano y yo protestamos por el uso que se hace aquí de mis
palabras de ayer, las cuales no tuvieron otro objeto que el de dar
satisfacción al rey de Francia y al Papa, nuestro señor. Y si por esas
cosas, reconocidas por todos nosotros para su placer y nuestra
obediencia, debemos ir a consumirnos en alguna prisión, entonces
declaramos enérgicamente que el Rey y el Papa nos habían
asegurado, casi jurado, que ningún daño, fraude o violencia nos
resultaría de ello. Siendo así que esto no se ha cumplido,
declaramos entonces que nuestras confesiones, obtenidas tanto por
tortura como por astucia y engaño, son nulas y no válidas, y no las
reconocemos ya como verídicas...".

En medio del desconcierto, los caballeros son devueltos a los calabozos. La
noticia es llevada a Felipe quien, en su palacio, reúne el Consejo. Ningún
clérigo es avisado. Se decide que los templarios serán quemados vivos al
atardecer en la Isla de los Judíos, llamada así porque unos años antes
varios rabinos habían sufrido la misma muerte por negarse a cambiar de
religión, aunque el fin último el mismo, el único: quedarse el Rey con sus
bienes y no pagar sus deudas. Felipe el Hermoso, rey de Francia, impone
una condición: serán quemados a fuego lento. Quizás había adivinado la
causa de su retractación.

:: La Ejecución ::

Se comienzan a acarrear carretas de leña.
Se colocan dos postes. Ya hay experiencia
en ello. Son vigas de encina que estaban
sumergidas en los amarraderos del río. Al
estar embebidas en agua desde hace meses,
aguantarán mejor la acción del fuego.

Al atardecer, todo está preparado. Las
campanas tocan a muerto. La multitud se
congrega en las calles. Los rumores se van
apagando cuando contemplan el paso de
una carreta que lleva a dos ancianos,
demacrados y malheridos por las torturas,

tumbados en ella porque no se pueden tener en pie. La compasión se
apodera de la muchedumbre, cosa extraña en una época en que la muerte
era un espectáculo.

Bajan a los condenados y son trasladados en barca hasta el islote. Son
encadenados a las vigas de encina húmedas aún. Algunos maderos han
sido untados con aceite para que prendan bien, a la primera, sin fallos. Una
trompeta da la orden. Surgen las llamas y una espesa humareda se eleva
poco a poco, junto con un olor penetrante a carne quemada.

:: La Maldición ::

La hoguera se había convertido en hurno y Godofredo de Charnay no es
más que un tizón. Crepitante, henchido de burbujas, se deshacía
lentamente en cenizas. Es entonces cuando un clamor se eleva. Son gritos.
En un primer instante se piensa que son los gritos


de lo condenados, cuyas andrajosas vestiduras ya
arden. ¿Se humillaría el Gran Maestre y pediría
clemencia?. Se hace un silencio respetuoso que


nunca antes había habido en una ejecución,
donde las risotadas y los insultos a los
condenados eran lo habitual: no, no son gritos de
dolor. ¡Es la voz del héroe de San Juan de
Acre, la voz que, erigiéndose en estandarte
de la batalla, veintitrés años antes, al
atardecer del día 5 de abril de 1291,
arrastraba a la carga templaria! ¡Non nobis,
dómine, non nobis...! Y, trescientos contra


diez mil, el escuadrón blanco y negro, con el gonfalón plata y sable
a la cabeza, arrollaba las líneas egipcias...

El pueblo de París ha enmudecido y escucha con atención lo que grita el
Gran Maestre del Temple. Están mudos porque captan que el mensaje va
dirigido a ese Capeto rencoroso, al que odian y temen, agazapado en la
ventana de su palacio. Y la voz truena:

"Oprobio, oprobio!, ¡estáis viendo morir a
inocentes!. ¡El oprobio y el juicio de Dios
caerá sobre vosotros!.

La multitud enmudeció completamente. Ahora
se oía perfectamente la atronadora voz:

"Papa Clemente!..., ¡Caballero Guillermo
de Nogaret!... ¡Rey Felipe!... Antes de un
año yo os emplazo para que comparezcáis
ante Dios, para que recibáis vuestro justo
castigo. A ti, Felipe, dentro de cuarenta

días. A ti, Clemente, dentro de este año!. ¡Malditos hasta la
decimotercera generación de vuestro linaje!." Entonces, las llamas
acabaron con la viga y de Molay cayó a la pira, donde se debatió hasta
morir, Dicen que la mano derecha quedó alzada fuera de la hoguera,
consumiéndose poco a poco. La muchedumbre no se iba. Todos decían
entre susurros: "no nos maldijo a nosotros, sino al Rey." Después, nos dice
el abad Velly en su Historia de Francia, que se abalanzaron sobre las
cenizas para llevárselas como reliquias de un santo.

En la ventana desde la que contemplaba el suplicio, Felipe el Hermoso dijo:

"He cometido un error. Antes de quemarlos debí haber mandado
arrancarles la lengua".
 
Los caballeros templarios ocultos entre la muchedumbre oyeron claramente
las palabras de Jacques de Molay. Fueron para ellos como un testamento y
quizas se sintieron obligados a ejecutar la última voluntad de su Gran
Maestre. Era la sentencia de muerte de estos tres siniestros personajes.

 
La noche del 19 al 20 de Abril de 1314 comenzó a cumplirse la profecía
con la muerte del papa Clemente V. Unos días antes, mientras
despachaba con su sobrino en Carpentras, fue acometido de "fiebres y
angustias". Sintiéndose morir, quiso volver a su pueblo, pero solo cubrió
la primera jornada y se quedó en Roquemaure. Allí los físicos le dieron a
ingerir esmeraldas trituradas, gran remedio de la época contra los
venenos -¿venenos? -, pero de nada sirvió.

En relación con Guillermo de Nogaret, guardasellos real, murió al
aspirar el gas producido por el veneno llamado "serpiente de Faraón",
disuelto en la cera de la vela a cuya luz escribía y leía por las noches. Se
trataba de sulfocianuro de mercurio, que por combustión da ácido
sulfúrico, vapores mercuriales y compuestos cianhídricos que provocan
una muerte segura en medio de alucinaciones. Dicen que la vela le fue
vendida por un cerero llamado Everardo, antiguo templario que
desapareció de París el mismo día en que se la vendió,. La vela iba
oculta entre otras diecinueve que componían el paquete. Siniestramente
podemos decir que le vendió una lotería, pues sabía que había de morir
en el plazo de cuarenta días (una vela cada dos días).

El día 29 de Noviembre del mismo año, Felipe IV el Hermoso, rey de
Francia, tras una caída de su caballo en una cacería, moría. Era
magnífico jinete y gran cazador. Estaba solo en el momento del
"accidente" y nadie supo por qué cayó. Se especuló con un ataque
cerebral. El pensamiento vengativo se siguió abriendo camino
pacientemente siglo tras siglo. Por tres veces la descendencia de Felipe
se extinguiría con tres hermanos. Los Capetos, con Luis X el Obstinado,
Felipe V el Largo y Carlos IV el Hermoso. Los Valois, con Francisco II,
Carlos IX y Enrique III. Los Borbones, con Luis XVI, Luis XVIII y Carlos
X. Y de la torre del Temple de donde saliera Jacques de Molay tan aciago
día de 1314, una mañana de Enero de 1793 salió el vigésimo segundo
sucesor de Felipe el Hermoso hacia su último viaje. Dicen que cuando su
cabeza rodó bajo la cuchilla de la guillotina, alguien gritó: "¡Jacques de
Molay, estáis vengado!".

En cuanto a Felipe de Marigny, rector del reino durante el último
período de Felipe el Hermoso, tras la muerte de éste fue acusado de
traición porque las cuentas del Tesoro habían sido hábilmente falseadas,
no se sabe por quién, y fue ahorcado el 30 de Abril de 1315 en
Montfaucon, el patíbulo que él mismo había hecho construir. Fue
rehabilitado en 1317 por Felipe V al conocerse la falsificación "anónima"
de las cuentas.
La abolición de la Orden del Temple fue decidida por el Concilio de Vienne,
en 1311. Y exactamente cinco siglos más tarde, en 1811, la fortaleza del
Temple, en París, fue arrasada.

Durante mucho tiempo se contó una leyenda. Decía que cada año, en la
noche en que había sido decretada la abolición de la Orden, un espectro con
manto blanco de roja cruz, armado con escudo "plata y sable" y con lanza,
se aparecía a medianoche en la cripta del Temple, en París. Y se oía una voz
sepulcral que preguntaba:

- "¿Quién quiere liberar Jerusalén?", a lo que el eco respondía:
- "Nadie, porque el Temple ha sido destruido."


:: Desaparición de la Orden del Temple ::

Con su ejecución los templarios desaparecieron ostensiblemente del escenario
de la historia. Sin embargo, la orden no dejó de existir. Dado el número de
caballeros que lograron escapar, que siguieron en libertad o que fueron
absueltos, sería extraño que hubiera dejado de existir.

Felipe había tratado de influir en otros monarcas con la esperanza de que
no se respetase a ningún templario en toda la cristiandad. De hecho, el celo
del rey en este sentido casi resulta sospechoso. Quizá sea
comprensible que quisiera librar sus propios dominios de
la presencia de la orden. Pero no está tan claro por qué
se empeñó en exterminar a los templarios en todas
partes. Ciertamente, él mismo no era ningún modelo de
virtudes; y es difícil imaginar que un monarca que había
maquinado la muerte de dos papas se sintiera
sinceramente disgustado por las infracciones de la fe.
¿Era simplemente que Felipe temía la venganza de la
orden si ésta permanecía intacta fuera de Francia? ¿O
había algo más de por medio?

En otras partes la eliminación de los templarios chocó
con dificultades aún mayores. Escocia, por ejemplo,
estaba a la sazón en guerra con Inglaterra, y el caos
consiguiente brindaba pocas oportunidades de prestar
atención a sutilezas jurídicas. Así, las bulas pontificias
que disolvían la orden nunca fueron promulgadas en
Escocia, por lo que en dicho país la orden jamás quedó
oficialmente disuelta. Muchos templarios ingleses y, al parecer, franceses
hallaron refugio en Escocia. Cuenta la leyenda —y hay pruebas que la
corroboran— que la orden se mantuvo como cuerpo coherente en Escocia
durante cuatro siglos más.

En Lorena, que en aquel tiempo formaba parte de Alemania y no de
Francia, los templarios contaron con el apoyo del duque del principado.
Unos cuantos de ellos fueron procesados y exonerados. La mayoría, al
parecer, obedeció a su preceptor, el cual, según se dice, les aconsejó que se
afeitaran la barba, se vistieran con prendas seglares y se asimilaran a la
población del lugar.

En Alemania propiamente dicha los templarios desafiaron abiertamente a
 sus jueces, amenazando con alzarse en armas. Los jueces, intimidados, los
declararon inocentes; y cuando la orden fue disuelta oficialmente muchos
templarios alemanes hallaron refugio en los hospitalarios de San Juan y en la
orden teutónica.

También en España opusieron los templarios resistencia a sus
perseguidores y encontraron refugio en otras órdenes, como la de Montesa,
dependiente de la Orden de Calatrava.

En Portugal la orden fue exonerada tras una investigación y se limitó a
cambiar de nombre, pasando a llamarse Caballeros de Cristo. Bajo este
título funcionó hasta bien entrado el siglo XVI, dedicándose a actividades
marítimas. Vasco de Gama era caballero de Cristo, y el príncipe Enrique el
Navegante era Gran maestre de la orden. Los barcos de los caballeros de
Cristo navegaban bajo la conocida cruz paté.

Vemos, pues, que los templarios sobrevivieron de diversas maneras al
ataque del 13 de octubre de 1307. Y en 1522 los descendientes
prusianos de los templarios, los caballeros teutónicos, se
secularizaron, repudiaron su lealtad a Roma y dieron su apoyo a un
rebelde y hereje insolente que se llamaba Martín Lutero. Dos siglos
después de su disolución, los templarios, aunque fuera de forma indirecta, se
vengaban de la Iglesia que los había traicionado.

No tenemos ninguna prueba fidedigna de los sucesores de Jaques de Molais
que nos lleve a descifrar el gran enigma que es saber si la verdadera Orden
del Temple existe aún hoy en día ya que no hablamos aquí de las más de 400
ordenes "templarias" inscritas, o si de alguna manera, como dice Guenon
refiriendose a Rosa Cruz, la Orden del Temple no existe pero sí el
templarismo, lo cual una cosa no tiene absolutamente nada que ver con la
otra.

El tema de la sucesión de Molais, una vez quemado en la hoguera, sigue
siendo otro gran enigma ya que no ha existido ninguna prueba digna de todo
crédito de la elección de su sucesor.

Es cierto que en 1804 se descubrió en Francia un extraño documento escrito
por Johannes Marcus Larmenius, quien aparentemente fue elegido por Molais
como su sucesor mientras aguardaba su segura tortura y muerte.

:: AUREOLA MISTICA DE LA ORDEN DEL TEMPLE ::

La existencia de la orden los caballeros se habían visto envueltos por una
aureola mística. Algunas gentes decían que eran brujos y magos, adeptos y
alquimistas secretos. Muchos de sus contemporáneos los evitaban, creyendo
que estaban coaligados con poderes poco limpios.

En 1789 las leyendas en torno a los templarios tenían ya proporciones
decididamente míticas, y su realidad histórica se veía ensombrecida por un
aura de ofuscación y romanticismo. Se les consideraba como adeptos
ocultos, alquimistas iluminados, magos y sabios, maestros masónicos y
 sumos iniciados, verdaderos superhombres dotados de un prodigioso arsenal
de poder y conocimiento arcanos. También se les tenía por héroes y
mártires, precursores del espíritu anticlerical de la época; y muchos
francmasones franceses, al conspirar contra Luis XVI, tenían la sensación de
contribuir a que se cumpliera la maldición contra la realeza francesa que
Jacques de Molay lanzara al morir.


Sometidos a interrogatorio por la Inquisición
cuando fueron apresados, por ejemplo, varios
caballeros se refirieron a algo denominado
«Bafomet». Estos caballeros fueron demasiados y
hablaron en demasiados sitios distintos para que
Bafomet fuera algo inventado por un solo individuo

o incluso en una sola preceptoría. Al mismo tiempo
no hay ningún indicio sobre quién o qué podía ser
Bafomet, qué representaba, por qué tenía un
significado especial. Diríase que Bafomet era visto
con reverencia, una reverencia que quizá rozaba la
idolatría. En algunos casos el nombre va asociado a
las esculturas demoníacas, especie de gárgolas, que
se encuentran en varias preceptorías. En otros
casos parece que Bafomet tiene que ver con la
aparición de una cabeza barbuda. A pesar de lo que dijeron algunos
historiadores más antiguos, parece claro que Bafomet no era una
corrupción del nombre de Mahoma. Por otro lado, puede que fuese
una corrupción de la palabra árabe abufihamet, que en español
morisco se pronuncia bufihimat. Esta palabra significa «Padre del
Entendimiento» o «Padre de la Sabiduría», y en árabe la palabra
«padre» se interpreta también como «fuente». Si éste es en verdad
el origen de Bafomet, entonces se referiría seguramente a algún
principio sobrenatural o divino. Pero sigue sin aclararse qué era lo que
diferenciaba a Bafomet de los demás principios sobrenaturales o divinos. Si
Bafomet era sencillamente Dios o Alá, ¿por qué los templarios se tomaron la
molestia de rebautizarlo? Y si Bafomet no era Dios ni Alá, ¿quién o qué
era?

Hay pruebas irrefutables de la acusación de celebrar ceremonias secretas en
las que tomaba parte una cabeza de algún tipo. A decir verdad, la
existencia de dicha cabeza resultó ser uno de los temas dominantes en los
testimonios de la Inquisición. Sin embargo, al igual que en el caso de
Bafomet, el significado de la cabeza sigue sin estar claro. Quizá tuviera
que ver con la alquimia. En el proceso alquímico había una fase denominada
la «Caput Mortuum» o «Cabeza del Muerto»: el «Nigredo» o
«Ennegrecimierito» que, según se decía, se presentaba antes de la
precipitación de la Piedra Filosofal. También es posible que la cabeza esté
relacionada con el famoso Sudario de Turín, que al parecer estuvo en
poder de los templarios entre 1204 y 1307 y que, de estar doblado, parecería
una cabeza y nada más. De hecho, en la preceptoría templaría de
Templecombe, en Somerset, se encontró la reproducción de una cabeza que
se parece notablemente a la del Sudario de Turín. Al mismo tiempo,
especulaciones recientes habían relacionado la cabeza, al menos de modo
provisional, con la cabeza cortada de Juan Bautista.

Entre todas las acusaciones formuladas contra los templarios las más
graves eran las de blasfemia y herejía: negar y pisotear la cruz y
escupir sobre ella. No está claro cuál era exactamente el significado de
este ritual. Dicho de otro modo, no se sabe qué era en realidad lo que
repudiaban los templarios. ¿Repudiaban a Cristo? ¿O simplemente
repudiaban la crucifixión? Y, fuese lo que fuese, ¿exactamente qué ensalzaban
en lugar de lo repudiado? Nadie ha contestado satisfactoriamente estas
preguntas, pero salta a la vista que repudiaban algo y que esta repudiación
era un principio esencial de la orden. Un caballero, por ejemplo, testificó que
al ser iniciado en la orden le dijeron: «Crees equivocadamente, porque él
[Cristo] es en verdad un falso profeta. Cree solamente en Dios en el cielo y
no en él». Otro templario declaró que le dijeron: «No creas que Jesús el
hombre al que los judíos crucificaron en Outremer es Dios y que puede
salvarte». De modo parecido, un tercer caballero manifestó haber recibido
instrucciones de que no creyera en Cristo, un falso profeta, sino sólo en un
«Dios superior». Luego le mostraron un crucifijo y le dijeron: «No deposites
mucha fe en esto, porque es demasiado joven».

Y no parece que esto esté muy lejos de la realidad si nos atenemos a los
llamados Estatutos Secretos de Roncelinus (1240) o Libro del
Bautismo de Fuego y que por cierto traen de cabeza a muchos
investigadores de la Orden del Temple, asi como a multiples historiadores y
estudiosos medievales. En algunos de sus artículos se hace referencia a lo
aludido anteriormente. Por su interés damos lectura a algunos de ellos
como:

ARTICULO III

El tiempo ha llegado en el que no se adorará al Padre, ni a Jerusalén,
ni a Roma. El espíritu es Dios. Y si vosotros sois de Dios, vosotros le
adoraréis en espíritu y en verdad. Sabed que todo lo que Jesús ha
dicho por el verdadero Cristo, es el espíritu y vida en Dios. Es el
espíritu de Dios que vivifica, La carne de Jesús para nada puede
servir.

ARTICULO VII

A vosotros que sois santos todo os está permitido. Sin embargo os
debéis guardar de abusar de este permiso. No dejéis jamás sospechar
nada en torno vuestro de lo que vosotros sois. Tened en vuestras
casas lugares de reunión amplios y escondidos, a los que se tendrá
acceso por medio de corredores subterráneos, de modo que los
hermanos puedan acudir a las reuniones sin peligro de ser
inquietados.

ARTICULO XVII

La figura de Baphomet es retirada de su sagrario y el receptor dice:
"El pueblo que marchaba en las tinieblas ha visto una gran luz y ella
ha brillado para todos aquellos que estaban sentados en los árboles
de la muerte. Hay tres que rinden homenaje a Dios y al mundo y
esos tres son (San Juan). Todos los hermanos exclaman "Yah Allah"
es decir "Espléndor de Dios", besan la imagen y la tocan con su cinto.

El receptor toma a continuación al neófito por la mano y dice: "En el
presente, el hijo del Hombre es glorificado y Dios es glorificado en él.
Vericinum (verdadero?) nuevo amigo de Dios que habla a Dios
cuando él lo desea, a Dios al cual debéis dar gracias puesto que El os
ha conducido a donde deseabais ir y os ha concedido vuestros
deseos. Que la luz divina permanezca en nuestros corazones y
nuestros espíritus, Amén". Para terminar la ceremonia, se entona el
cántico tomado del libro de la Sabiduría, cántico que marca el final
del capítulo.

ARTICULO XVIII

El neófito es conducido a los archivos donde se le enseñan los
misterios de la Ciencia Divina, de Dios, de Jesús niño, del verdadero
Baphomet, de la nueva Babilonia, de la naturaleza de las cosas, de la
vida eterna, así como también "LA CIENCIA SECRETA DE LA GRAN
FILOSOFIA: ABRAX Y LOS TALISMANES". Cosas estas que deben ser
rigurosamente ocultadas a los eclesiásticos admitidos en la Orden.

Sin embargo esa supuesta Regla Secreta está llena de disparidades (cosa
muy poco común en aquellos monjes que dedicaron su vida a metas tan
prodigiosas), y parece una falsificación con fines premeditados,
valores encomiables se entrelazan con mensajes de exclusión hacia todo
aquel que no los comparta y destinado únicamente a hermanos muy
escogidos.

Que duda cabe que los Inquisidores intentaban descubrir si los
templarios eran Gnósticos, Maniqueos o Cátaros creyentes en el
dualismo (en la existencia de dos divinidades). Y sobre todo, si
consideraban a Jesús un falso profeta, un criminal común que murió en la
cruz por sus delitos y, en este caso poder considerar a los templarios como
aquellos que crucificaron a Jesús por segunda vez.

Los inquisidores conocían muy bien que Perfectos cátaros, cien años antes
habían pasado a los templarios información sobre la "otra vida" de Jesús y
su interpretación esotérica. Esta nueva imágen de Jesús era perfectamente
conocida por unos pocos altos dignatarios de la Iglesia. El traspaso de esos
conocimientos a los templarios, muy probablemente, hizo comenzar su
destrucción, ya que esa "sabiduría" que adquirieron relativa a la otra
historia de Jesús, junto a otros conocimientos aprendidos de sabios árabes
y cabalistas judios difería casi totalmente de la leyenda que la Iglesia
expandía por todo su mundo.

Pero tampoco hay que descartar que estos "secretos" fueran conocidos en
el supuesto círculo interior de la Orden y de cuyos conocimientos, análisis y
debates los maestros no respondían ante nadie.

Bien pudieran ser estos Estatutos una trama bien hurdida por los propios
Inquisidores para desprestigiar por una parte a la Orden y por otra para
justificar los propios argumentos inquisitoriales y con ello la desaparición del
Temple.
 
:: EL TESORO TEMPLARIO ::

Hasta el final de su orden los templarios guardaron el secreto del paradero y
la naturaleza de su tesoro. Ni siquiera quedaron documentos. Si el tesoro en
cuestión era sencillamente de valor económico —metales preciosos, por
ejemplo—, no habría sido necesario destruir o esconder todos los registros,
todas las reglas, todos los archivos. De ello se desprende que los
templarios custodiaban algo más, algo tan precioso que ni siquiera
con torturas se logró que de sus labios salieran palabras sobre ello.
La riqueza por sí sola no habría movido a los templarios a guardar
un secreto tan absoluto y unánime. Tenía que ser algo relacionado
con otras cuestiones, como, por ejemplo, la actitud de la orden ante
Jesús.

En 1153 un noble de la región —un noble que

simpatizaba con los cataros— pasó a desempeñar el

cargo de Gran maestre de la orden del Temple. El

noble se llamaba Bertrand de Blanchefort

(escudo de armas a la izquierda) y su hogar an


cestral estaba situado en la cima de una montaña

que distaba varios kilómetros tanto de Bézu como

de Rennes-le-Cháteau. Bertrand de Blanchefort,

que presidió la orden de 1153 a 1170, fue

probablemente el más significativo de todos los

grandes maestres de los templarios. Antes de su

régimen la jerarquía y la estructura administrativa
de la orden eran nebulosas, por no decir algo peor. Fue Bertrand quien
transformó a los caballeros templarios en una institución jerárquica de
soberbia eficacia, bien organizada y magníficamente disciplinada. Fue
Bertrand quien inició la participación de la orden en la diplomacia de alto
nivel y en la política internacional. Fue Bertrand quien creó para los
templarios una importante esfera de intereses en Europa, sobre todo en
Francia.

Y, según los datos que se conservan, el mentor de Bertrand —algunos
historiadores incluso lo presentan como el Gran maestre que le precedió
inmediatamente— fue André de Montbard.

A los pocos años de la constitución de la orden de los templarios, Bertrand
no sólo había ingresado en sus filas, sino que, además, les había concedido
tierras en los alrededores de Rennes-le-Cháteau y Bézu. Y se dice que en
1156, durante el régimen de Bertrand como Gran maestre, la orden importó
a la región un contingente de mineros de habla alemana. Se dice también
que estos trabajadores estaban sometidos a una disciplina rígida,
virtualmente militar. Tenían prohibido confraternizar con la población de la
zona y se les tenía estrictamente segregados del resto de la comunidad.
Incluso se creó un cuerpo judicial especial, «la Judicatura des Allemands»,
para que se ocupase de los tecnicismos jurídicos relacionados con ellos. Y su
supuesta tarea consistía en explotar las minas de oro que había en las
laderas de la montaña en Blanchefort, minas de oro que habían sido
totalmente agotadas por los romanos casi mil años antes. ¿Qué clase de
trabajos habían llevado a cabo? quizá labores de fusión, de extraer algo
por medio de la fusión, de construir algo, incluso era posible que hubiesen
excavado algún tipo de cripta para crear una especie de depósito.

Sea cual fuere la explicación de este enigma, lo cierto es que los
templarios habían estado presentes en las inmediaciones de
Rennes-le-Cháteau desde mediados del siglo XII por lo menos. En
1285 ya existía una importante preceptoría a pocos kilómetros de Bézu, en
Campagne-sur-Aude. Con todo, en las postrimerías del siglo XIII Pierre de
Voisins, señor de Bézu y Rennes-le-Cháteau, invitó a otro destacamento de
templarios a que se desplazase a la región, un destacamento especial
procedente de la provincia aragonesa del Rosellón. Este nuevo destacamento
se instaló en la cima de la montaña de Bézu, erigiendo un puesto de
observación y una capilla. Oficialmente los templarios roselloneses estaban
allí para velar por la seguridad de la región y proteger la ruta de las
peregrinaciones que atravesaba el valle camino de Santiago de Compostela.
Pero no está claro por qué se necesitaron estos caballeros de refuerzo. En
primer lugar, no es posible que fueran muy numerosos, no los suficientes para
que su presencia cambiara las cosas. En segundo lugar, ya había templarios
en la comarca. Finalmente, Pierre de Voisins tenía sus propias tropas, las
cuales, junto con los templarios que ya estaban allí, podían garantizar la
seguridad de los alrededores. En tal caso, ¿por qué llegaron templarios
roselloneses a Bézu? Según la tradición local, para espiar. Y para
explotar, enterrar o vigilar alguna clase de tesoro.

Evidentemente, la historia de los templarios cerca de Rennes-le-Cháteau
estaba tan cargada de enigmas desconcertantes como la historia de la
orden en general. A decir verdad, había varios factores —el papel de
Bertrand de Blanchefort, por ejemplo— que parecían constituir un vínculo
visible entre los enigmas generales y los más localizados.

:: Nuevos y recientes Documentos ::

En Septiembre del año 2001 se encontró un documento que explica que
Clemente V consideraba a la Orden del Temple inocente y la absolvía de
toda herejía. Esto se escribía y firmaba en el año 1308, pero por lo visto se
vio obligado a disolver a la Orden por las presiones que contra él y la Iglesia
ejercía el Rey Felipe IV de Francia; quien le amenazó con volver a comenzar
con el “tema” de Bonifacio VIII, e incluso provocar un cisma en la religión
cristiana. Por ello y como mal menor Él Papa se vio obligado a disolver a la
Orden.
 
ANEXOS

 


SINTESIS CRONOLOGICA

REGLA PRIMITIVA DE LA ORDEN DEL TEMPLE

LOA A LA NUEVA MILICIA DE LA ORDEN DEL TEMPLE

ESTATUTOS SECRETOS (De Roncelinus o Libro de Bautismo de
Fuego)

LOS RITUALES TEMPLARIOS

LA EXTINCION DE LOS TEMPLARIOS Y LAS RAZONES DE LA
DESVIACION.

<< SINTESIS CRONOLOGICA >>

* 1073
Elección de Gregorio VII, reforma de la Iglesia (restauración del
espíritu religioso y de la disciplina en el seno e la Iglesia de Roma)

* 1088
Elección de Urbano II

* 1095
Llamada de Urbano II en Clermont: Primera Cruzada

Los peregrinajes a Tierra Santa habían sido suspendidos dada la
ocupación de Palestina por los turcos seljuditas. También en España
la Reconquista pretendía recuperar el sur de España, en manos
musulmanas, con una idea de cruzada. Pero fue Urbano II quien
concretó definitivamente el concepto de cruzada con su intervención
en el concilio de Clermont.

* 1096
Primera Cruzada (1096-1099)

* 1097
Ofensiva bizantina en las costas de Asia Menor

* 1098
Toma de Jerusalem por los Fatimidas

Los cruzados toman Antioquia y Bohèmond es nombrado príncipe.
Balduino de Bolonia es nombrado conde de Edessa. Tripoli se
convierte asimismo en condado.

Batalla de Ascalon.

* 1099
Conquista de Jerusalem.

Jerusalem cae el 15 de Julio, bajo una gran masacre donde la
mayoría de su población, musulmanes y judios, son asesinados. Se
funda el reino franco de Jerusalem y Godofredo de Bouillon es
proclamado rey, tomando posteriormente el título de abogado del santo Sepulcro.

* 1112
Entrada de San Bernardo, hombre clave en el tiempo de las cruzadas
y en la fundación de la Orden del temple, en la abadía de Citeaux.

* 1118
Fundación de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo

* 1119
Fundación de la Orden del temple

* 1128
Concilio de Troyes: Regla del Temple

Auspiciada y redactada por San Bernardo, la Regla serviría de
"Código Civil" interno de la Orden, rigiendo el funcionamiento de la
organización de manera rigurosa.

* 1130
San Bernardo compone su Loa a la Nueva Milicia, elogio elocuente
que contribuyó a que la Orden del temple se convirtiera en una
milicia de gran renombre, influenciando considerablemente anta la
Santa Sede para que los templarios se vieran sometidos únicamente
a la autoridad papal.

* 1137
Unión entre el reino de Aragón y el Conde de Barcelona

* 1139
Bula Omne datum optimun: privilegios del Temple

La Orden del Temple entra en una importante fase política, ya que los
privilegios concedidos por la Santa Sede les confieren una posición
particular en las luchas de poder entre Europa y Tierra Santa.

* 1144
Caida de Edessa

La apatía de griegos y musulmanes que permitió la consolidación de
los estados latinos de Oriente finaliza. Jean Commène reafirma las
pretensiones bizantinas sobre Siria. A estos peligros, los príncipes
francos que no rebibían de occidente otra ayuda que la que les
proporcionaban las órdenes militares: Templarios, Hospitalarios y
Caballeros teutónicos, oponen una política de alianzas con Damas
contra Alep y con los armenios de cilicia contra los bizantinos. sin
conseguir evitar la ofensiva de Zengui y de su hijo Nur ed-Din contra
Antioquía, ni la caida de Edessa.

* 1146
San Bernardo predica la Segunda Cruzada

* 1147
La cruz paté se convierte en el emblema de los Templarios.

* 1148
La pérdida de Edessa y las prédicas de San Bernardo hicieron resurgir
en occidente el espíritu de las cruzadas. El emperador y el rey de
Francia hacen un llamamiento para una nueva expedición de
conquista

* 1149
Consagración de la nueva basílica del Santo Sepulcro en Jerusalem.

* 1153
Toma de Ascalon

* 1154
Toma de Damas por Nur ed-Din
Federico I Barbarroja es coronado emperador
Enrique II Plantagenet, rey de Inglaterra

* 1158
Ocupación de Antioquía por Manuel Commène.

El fracaso de la segunda cruzada y el fortalecimiento de Nur ed-Din
no dejan a los cruzados otra salida que la alianza bizantina,
pagándola con su sumisión a las ambiciones de Commère, que hizo
su entrada en Antioquía y les condujo a la conquista de El Cairo,
donde la decadencia de los fatimidas les permitió ocuparlo, mientras
la flota bizantina desembarcaba en el delta.

* 1167
Los cruzados ocupan El Cairo * 1169-1171
Saladin unifica el mundo musulman (Siria-Egipto)

Aprovechándose de la decadencia de los fatimidas, Nur ed-Din
resurge en 1169 imponiendo un visir de su confianza, Salah ad-Din
(Saladin) que dos años después se proclamará sultán aboliendo el
califato. Seguidamente se nombrará señor de Arabia y Siria,
recogiendo la herencia de Nur ed-Din.

Los días de los estados cruzados parecían contados...

* 1174
Saladin se apodera de El Cairo

* 1180
Advenimiento de Felipe Augusto.

Luis VII, al final de su reinado, intentaba evitar un conflico con los
Plantagenet. Su hijo Felipe no dudó en participar excitando las
disensiones entre Enrique II y su hijo Ricardo. Después del
advenimiento de este último en 1189, urdió, junto al emperador una
conspiración para capturarle a su regreso de la cruzada. Ricardo,
consiguiendo liberarse, lanzó contra su adversario una feroz guerra
que duró hasta su muerte,

* 1183
Saladin se apodera de Alep

* 1186
Boda entre el emperador Enrique VI y Constanza, heredera del reino
de Sicilia

* 1187
Toma de Jerusalem por Saladin.

Señor de Siria, Saladin solo pudo ser contenido durante algún tiempo
gracias al heroismo de Balduino IV, el "rey leproso". Después de su
muerte sobrevino la catástrofe: en Hattin casi toda la caballería fue
muerta o capturada. En pocas semanas Saladin se constituyó señor
de los estados cristianos a excepción de algunas plazas costeras.

* 1189-1190
Ricardo Corazón de León
Fundación de la Orden teutónica

Tercera Cruzada

La caida de Jerusalem provocó un gran sobresalto en Europa, el
emperador y los reyes de Francia e Inglaterra se unen pero Federico
muere accidentalmente en la expedición y las fuerzas germánicas se
dispersan. Llegados por mar, los dos reyes (de Francia e Inglaterra)
liberan la zona costera. Ricardo Corazón de León obtiene algunos
éxitos, aunque sin poder reconquistar Jerusalem. El único beneficio
de la expedición fue la ocupación de Chipre por Ricardo.

* 1191
Reconquista de Acre y Chipre.

* 1198-1216
Pontificado de Inocencio III

* 1199
Condena de Juan Sin Tierra

* 1202-1204
Cuarta Cruzada

* 1203-1204
Toma de Constantinopla y creación de los estados latinos en Grecia

* 1204
Después de la muerte de Manuel Commène, los usurpadores se
suceden en el trono, incapaces todos ellos de hacer frente a los
peligros que amenazan al imperio. En los Balcanes, los búlgaros
recobran su independencia y kalojean funda el segundo imperio
búlgaro. Los serbios de Etienne Némanya también se emancipan.

* 1209
Cruzada contra los cátaros en Languedoc.

* 1212
Batalla de la Navas de Tolosa, etapa esencial en la Reconquista.

* 1214
Victoria de Felipe Augusto en Bouvines.

* 1215
Concilio de Letran

* 1217-1221
Quinta Cruzada

* 1228-1229
Sexta Cruzada. Recuperación de Jerusalem

* 1231
La Inquisición se confía a las órdenes mendicantes (franciscanos y
dominicos).

* 1238
Toma de Valencia por el rey de Aragón

* 1244
Perdida definitiva de Jerusalem.

* 1248-1284
Séptima Cruzada

* 1250
Muerte de Federico II
Los sultanes mamelucos regresan a Egipto

* 1252
El papa autoriza a la Inquisición a utilizar la tortura.

* 1258
Los mongoles toman Bagdad.

* 1260
Los mamelucos arrojan de siria a los mongoles.

* 1261
Los griegos retoman el control de Constantinopla

* 1266-1268

Carlos d`Anjou, hermano de Luis IX, reviene señor del reino de
Sicilia.

* 1270
Octava Cruzada. Muerte de Luis IX en Tunez

* 1274
Segundo concilio de Lyon

* 1282
Carlos d`Anjou pierde Sicilia, aunque conserva Nápoles y parte del
sur de Italia.

* 1291
Caida de Acre. Desaparición de los estados latinos en Tierra Santa.

* 1296
El Gran Maestre Jaques de Molay toma partido por el papa Bonifacio
VIII, en contra de los deseos de Felipe IV el Hermoso.

* 1302
Concilio de Roma. Promulgación de la bula Unam Sanctam
pronunciada contra Felipe IV

* 1303
El 7 de Septiembre Sciarra Colonna atenta contra el papa Bonifacio
VIII, quien muere el 11 de Octubre después de haber excomulgado a
Felipe IV

* 1304
Breve pontificado de Benedicto XI, muerto el 7 de Julio cuando se
disponía a excomulgar a Nogaret.

Redacción de la historia de San Luis por su biógrafo Joinville.

* 1305
Clemente V sucede a Benedicto XI

* 1306
Felipe el Hermoso confisca los bienes de los judios. Se refugia en el
barrio del Temple tras una revuelta.

* 1308
Nombramiento de Guillermo de Nogaret como canciller del reino.
Interrogatorio de diversos templarios.

Arresto de templarios en Francia

Difusión, el 14 de Octubre, de un manifiesto real en las calles de Paris
donde figuran los "delitos" cometidos por los templarios (apostasía,
idolatría, negación de la cruz, sodomía...)

Felipe el Hermoso envía el 15 de Octubre sendas cartas a los
príncipes y prelados fuera de sus fronteras, incitándoles a que
arresten a los templarios que se encuentren en sus paises.
Unicamente recibe trés contestaciones favorables: Juan, duque de la
Baja-Lorraine, Gerardo, conde de Juliers y el arzobispo de Colonia. El
resto le contestan diciéndole que estas cuestiones solo dependen del
papa y no del rey..

El rey de Inglaterra hace más: escribe sendas misivas a los reyes de
Portugal, de Castilla, de Aragón y de Sicilia solicitándoles hagan caso
omiso de los requerimientos del rey de Francia, al estar convencido
de que las acusaciones contra los templarios se basan en la calumnia
y en la ambición.

Entre Octubre y Noviembre, ciento treinta y ocho prisioneros
templarios son interrogados en Paris en los sótanos de el Temple. De
ellos, treinta y seis murieron bajo las torturas. Unicamente tres de
ellos niegan haber cometido los delitos por los que se les acusan:
Jean de Chateu-Vilars, Henri de Hercigny y Jean de Paris, todos ellos
interrogados el 9 de Noviembre en el curso de una sesión a la que no
asisten ni el inquisidor Guillermo de Paris, ni su segundo Nicolas
d`Ennezat, quienes se ocupaban personalmente del visitador de
Francia Hugo de Pairaud.

La bula Pastoralis Praeeminentiae del papa Clemente V ordena todos
los príncipes de la cristiandad arrestar a los templarios en sus reinos.

La comisión pontificia renueva sus interrogatorios. Un gran número
de templarios declaran querer comparecer para defender a su orden.

El 28 de Marzo quinientos cuarenta y seis templarios son llamados
ante la comisión para declarar.

El 2 de Mayo, quinientos setenta y tres templarios solicitan
comparecer, designando cuatro portavoces: Ranaud de Provins,
Pierre de Boulogne, Guillaume de Chambonnet y Bertrand de
Sartigues.

* 1309
Conquista de Rodas por parte de los Hospitalarios.

El 22 de Noviembre comparece ante la comisión el testigo Jean Melot,
quien, por su defensa de la Orden, es considerado como un "simple
de espíritu".

El 26 de Noviembre comparece el Gran Maestre Jaques de Molay,
quien, cuando se le lee su declaración realizada en Chinon el 30 de
Agosto de 1308 ante los trés cardenales designados por el papa,
manifiesta su violento rechazo.

El 28 de Noviembre vuelve a Jaques de Molay vuelve a comparecer
ante la comisión, esta vez en presencia de Nogaret. También
comparece Ponsar de Gisy quien expone los procedimientos seguidos
por los inquisidores para arrancar confesiones, describiendo las
torturas sufridas.

* 1311
Clausura de la comisión eclesiástica el 5 de Junio

El 16 de Octubre, el papa Clemente V abre el concilio de Viennes en
la catedral.

* 1312
El 17 de Febrero, una delegación de gentes del rey hace su entrada
en Vienne: Nogaret, Plaisians, Enguerrand de Marigny y algunos
consejeros laicos del Felipe el Hermoso.

El 2 de Marzo, el rey Felipe IV escribe una carta al concilio exigiendo
la abolición de la Orden del Temple así como transferir sus bienes a
otra orden de caballería.

El 20 de Marzo felipe IV se persona en el concilio acompañado de un
gran cortejo.

El 22 de marzo, en consistorio secreto, el papa Clemente V aprueba
la supresión de la Orden del Temple a través de la bula Vox in
Excelso, cuyo texto no condena a la Orden, sino que la suprime.

A través de la bula Ad Providam los bienes de los templarios son
entregados a la orden de los Hospitalarios, en contra de los deseos
del rey Felipe IV quien deseaba que estas riquezas fueran puestas a
disposición de una nueva cruzada en Tierra Santa dirigida por una
nueva orden de caballería fundada por él mismo.

Guillaume de Plaisians muere en Diciembre.

* 1314
El 18 de Marzo comparecen los cuatro dignatarios de la Orden:
Jacques de Molay, Gran Maestre, Hugo de Pariaud, Visitador de
Francia, Godofredo de Charnay, Preceptor de Normandía y Godofredo
de Gondeville, Preceptor de Poitou y de Aquitania.

Tres cardenales, junto al arzobispo de de Sens Philippe de Marigny,
les anuncian la sentencia definitiva que les condena a cadena
perpetua. faltan dos personajes importantes: Guillermo de Nogaret y
Guillermo de Plaisians, fallecidos ambos el año anterior, uno en abril
y el otro en diciembre.

Ante el anuncio de la sentencia, ambos declaran que su único pecado
fue el de prestarse a las ambiciones reales, que la Orden es santa en
sus origenes y en su actuación, así como la Regla que les dirige y que
jamás cometieron los actos de herejía que se les imputaban.

Ya, atados en la pira, mueren con un estoicismo dificil de explicar, no
sin antes conminar al papa Clemente V y al rey Felipe IV a
encontrarse ante el tribunal de Dios antes de un año.

El 20 de Abril el papa Clemente V muere en el castillo de
Roquemaure.

El 29 de Noviembre muere Felipe IV

* 1318 (De fuente sin confirmar)
Más de 3000 caballeros de la Orden se reunen en Spoletto (Italia del
norte) para decidir si conviene vengar a la Orden militarmente o
perpetuar en secreto los conocimientos adquiridos, siendo esta última
opción la que prevaleció.

Trad. Montserrat Robrenyo, Barcelona, 2000.
Trad. Mrs. Judith Upton-Ward


Esta traducción de la original, o primitiva, Regla de los Templarios está
basada en la edición de 1886 de Henri de Curzon, La Régle du Temple como
Manual Militar, o Cómo Desempeñar un Cargo Caballeresco. Representa la
Regla dada a los recién originados Caballeros del Temple por el Concilio de
Troyes, 1129, aunque, "no debe olvidarse que la Orden había existido
durante varios años y desarrollado sus propias tradiciones y costumbres
antes de la aparición de Hugues de Payens en el Concilio de Troyes. Por
tanto, hasta cierto punto, la Regla Primitiva está basada en prácticas ya
existentes." (Upton-Ward, p. 11)


:: La Regla Primitiva ::

Aquí comienza el prólogo a la Regla del Temple

1. Nos dirigimos, en primer lugar a todos aquellos quienes con
discernimiento rechazan su propia voluntad y desean de todo corazón,
servir a su rey soberano como caballero; llevar con supremo afán, y
permanentemente, la muy noble armadura de la obediencia. Y por tanto,
nosotros os invitamos, a seguir a los escogidos por Dios de entre la masa
de perdición y a quienes ha dispuesto, en virtud de su sutil misericordia,
defender la Santa Iglesia, y que vosotros anheláis abrazar por siempre.
2. Por sobre todas las cosas, quienquiera que ser un caballero de Cristo,
escogiendo estas sagradas ordenes en su profesión de fe, debe unir sencilla
diligencia y firme perseverancia, que es tan valiosa y sagrada, y se revela
tan noble, que si se mantiene impoluta para siempre, merecerá acompañar
a los mártires que dieron sus almas por Cristo Jesús. En esta orden religiosa
ha florecido y se revitaliza la orden caballeresca. La caballería, a pesar del
amor por la justicia que constituye sus deberes, no cumplió con sus con
ellos, defendiendo a los pobres, viudas, huérfanos e iglesias, sino que se
aprestaron a destruir, despojar y matar. Dios que actúa conforme a
nosotros y nuestro salvador Cristo Jesús; ha enviado a sus partidarios
desde la ciudad Santa de Jerusalén a los acuartelamientos de Francia y
Borgoña, para nuestra salvación y muestra de la verdadera fe, pues no
cesan de ofrecer sus vidas por Dios, en piadoso sacrificio.

3. Ante ello nosotros, en completo gozo y hermandad, por requerimiento
del Maestro Hugues de Payen, por quien la mencionada orden caballeresca
ha sido fundada con la gracia del Espíritu Santo, nos reunimos en Troyes,
de entre varias provincias más allá de las montañas, en la fiesta de San
Hilario, en el año de la encarnación de Cristo Jesús de 1128, en el noveno
año tras la fundación de la anteriormente mencionada orden caballeresca.
De la conducta e inicios de la Orden de Caballería hemos escuchado en
capítulo común de labios del anteriormente citado Maestro, Hermano
Hugues de Payen; y de acuerdo con las limitaciones de nuestro
entendimiento, lo que nos pareció correcto y beneficioso alabamos, y lo que
nos pareció erróneo rechazamos.
4. Y todo lo que aconteció en aquel Consejo no puede ser contado ni
recontado; y para que no sea tomado a la ligera por nosotros, sino
considerado con sabia prudencia, lo dejamos a discreción de ambos nuestro
honorable padre el Señor Honorio y del noble Patriarca de Jerusalén,
Esteban, quien conoce los problemas del Este y de los Pobres Caballeros de
Cristo; por consejo del concilio común lo aprobamos unánimemente.
Aunque un gran número de padres religiosos reunidos en capítulo aprobó la
veracidad de nuestras palabras, sin embargo no debemos silenciar los
verdaderos pronunciamientos y juicios que emitieron.
5. Por tanto yo, Jean Michel, a quien se ha encomendado y confiado tan
divino oficio, por la gracia de Dios, he servido de humilde escriba del
presente documento por orden del consejo y del venerable padre Bernardo,
abad de Clairvaux.
Los nombres de los Padres que asistieron al Concilio.

6. Primero fue Mateo, obispo de Albano, por la gracia de Dios, legado de la
santa Iglesia de Roma; R[enaud], arzobispo de Reims; H[enri], arzobispo
de Sens; y sus clérigos: G[ocelin], obispo de Soissons; el obispo de París; el
obispo de Troyes; el obispo de Orlèans; el obispo de Auxerre; el obispo de
Meaux; el obispo de Chalons; el obispo de Laon; el obispo de Beauvais; el
abad de Vèzelay, quien posteriormente fue arzobispo de Lyon y legado de la
Iglesia de Roma; el abad de Cîteaux; el abad de Pontigny; el abad de Trois-
Fontaines; el abad de St Denis de Reims; el abad de St-Etienne de Dijon; el
abad de Molesmes; al anteriormente mencionado B[ernard], abad de
Clairvaux: cuyas palabras el anteriormente citado alabó francamente.
También estuvieron presentes el maestro Aubri de Reims; maestro Fulcher
y varios otros que sería tedioso mencionar. Y de los otros que no se han
mencionado, es importante asentar, en este asunto, de que son amantes de
la verdad: ellos son, el conde Theobald; el conde de Nevers; Andrè de
Baudemant. Estuvieron en el concilio y actuaron de tal proceder, con
perfecto y cuidadoso estudio seleccionando lo correcto y desechando lo que
no les parecía justo.
7. Y también presente estaba el Hermano Hugues de Payen, Maestre de
Caballería, con algunos de los hermanos que le acompañaron. Estos eran
Hermano Roland, Hermano Godefroy, y Hermano Geoffroi Bisot, Hermano

Payen de Montdidier, Hermano Archambaut de Saint-Amand. El propio
Maestre Hugues con sus seguidores antedichos, expusieron las costumbres
y observancias de sus humildes comienzos y uno de ellos dijo: Ego
principium qui et loquor vobis, que significa: "Yo quien habla a vosotros soy
el principio" según mi personal recuerdo.

8. Agradó al concilio común que las deliberaciones se hicieran allí, y el
estudio de las Sagradas Escrituras, que se examinaron profundamente, con
la sabiduría de mi señor H[onorius], papa de la Santa Iglesia de Roma y del
patriarca de Jerusalén y en conformidad con el capítulo. Juntos, y de
acuerdo con los Pobres Caballeros de Cristo del Templo que está en
Jerusalén, se debe poner por escrito y no olvidado, celosamente guardado
de tal forma, que para una vida de observancia se puedan referir a su
creador; comparación más dulce que la miel en paridad con Dios; cuya
piedad parece óleo, y nos permite ir hacia Él a quien deseamos servir. Per
infinita seculorum secula. Amen
Aquí comienza la Regla de los Pobres caballeros del Temple.

9. Vosotros los que renunciáis a vuestra voluntad, y vosotros otros los que
servís a un rey soberano con caballos y armas, para salvación de vuestras
almas y por tiempo establecido, acudiréis con deseo virtuoso a oír matines y
el servicio completo, según la ley canónica y las costumbres de los
maestros de la Ciudad Santa de Jerusalén. Oh vosotros venerables
hermanos, que Dios sea con vosotros, si prometéis despreciar el mundo por
perpetuo amor a Dios, desterrar las tentaciones de vuestro cuerpo;
sostenido por el alimento de Dios, beber y ser instruido en los
mandamientos de Nuestro Señor; al final del oficio divino, ninguno debe
temer entrar en batalla si por ende lleva tonsura.
10. Pero si cualquier hermano es enviado por el trabajo de la casa y por la
Cristiandad al Este – algo que creemos ocurrirá frecuentemente- y no puede
oír el divino oficio, deberá decir en lugar de matines trece padrenuestros;
siete por cada hora y nueve por vísperas. Y todos juntos le ordenamos que
así lo haga. Pero aquellos que han sido enviados y no puedan volver para
asistir al divino oficio, si les es posible a las horas establecidas, que no
deberán ser omitidas, rendir a Dios su homenaje.
La Forma en que deben ser recibidos los Hermanos.

11. Si cualquier caballero seglar o cualquier otro hombre, desea dejar la
masa de perdición y abandonar la vida secular escogiendo la vuestra en
comunidad, no consintais en recibirlo inmediatamente, porque según ha
dicho mi Señor San Pablo: Probate spiritus si ex Deo sunt. Que quiere decir:
"Prueba el alma a ver si viene de Dios" Sin embargo, si la compañía de sus
hermanos le debe ser concedida, dejad que le sea leída la Regla, y si desea
explícitamente obedecer los mandamientos de la Regla, y complace tanto al
Maestre como a los hermanos el recibirle, dejadle revelar su deseo ante
todos los hermanos reunidos en capítulo y hacer su solicitud con corazón
 
Sobre Caballeros excomulgados.

12.Donde sepáis que se concentran caballeros excomulgados, allí os
obligamos a ir; y si alguien desea unirse a la orden de caballería
proveniente de regiones lejanas, no deberéis considerar tanto el valor
terrenal como el de la eterna salvación de su alma. Nosotros ordenamos
que sea recibido condicionalmente, que se presente ante el obispo de la
provincia y le comunique su intención. Y, cuando el obispo lo haya
escuchado y absuelto, lo enviará al Maestre y hermanos del Temple, y si su
vida es honesta y merecedora de su compañía, si parece justo al Maestre y
hermanos, dejad que sea piadosamente recibido; y si muriera durante ese
tiempo, por la angustia y tormento que ha sufrido, dejad que se le otorguen
todos los favores de la hermandad, dados a cada uno de los Pobres
Caballeros del Temple.

13. Bajo ninguna otra circunstancia, deberá los hermanos del Temple
compartir la compañía de los indiscutiblemente excomulgados, ni que se
queden con sus pertenencias; y esto debe ser prohibido encarecidamente
porque sería terrible que fueran asimismo repudiados. Pero si solo le ha sido
prohibido escuchar el Divino Oficio, es ciertamente posible permanecer en
su compañía, así como quedarse con sus pertenencias, entregándolas a la
caridad con el permiso de su comandante.
Sobre no aceptar niños.

14. Aunque la regla de los santos padres permite recibir a niños en la vida
religiosa, nosotros lo desaconsejamos. Porque aquel que desee entregar a
su hijo eternamente en la orden caballeresca deberá educarlo hasta que sea
capaz de llevar las armas con vigor, y liberar la tierra de los enemigos de
Cristo Jesús. Entonces que su madre y padre lo lleven a la casa y que su
petición sea conocida por los hermanos; y es mucho mejor que no tome los
votos cuando niño sino al ser mayor, pues es conveniente que no se
arrepienta de ello, a que lo haga. Y seguidamente que sea puesto a prueba
de acuerdo con la sabiduría del Maestre y hermanos conforme a la
honestidad de su vida al solicitar ser admitido en la hermandad.
Sobre los que están de pie demasiado tiempo en la Capilla.

15. Se nos ha hecho saber, y lo hemos escuchado de testigos presenciales,
que de forma inmoderada y sin restricción alguna, vosotros escucháis el
divino oficio de pie. Nosotros no ordenamos que os comportéis de esta
forma, al contrario lo desaprobamos. Disponemos, que tanto los fuertes
como los débiles, para evitar desordenes, canten el salmo llamado Venite,
con la invitatoria y el himno sentados, y digan sus oraciones en silencio, en
voz baja no voceando, para no perturbar las oraciones de los otros
 
hermanos.

16. Pero al final de los salmos, cuando se canta el Gloria patri, en
reverencia a la Santísima Trinidad, os pondréis de pie y os inclinareis ante
el altar, mientras los débiles o enfermos solo inclinarán la cabeza. Por tanto
mandamos; que cuando la explicación de los Evangelios sea leída, y se
cante el Te deum laudamus, y mientras se cantan los laudes, y los maitines
terminan, vosotros estéis de pie. De esta misma forma dictaminamos que
permanezcáis de pie durante maitines y en todas las horas de Nuestra
Señora.

Sobre la vestimenta de los Hermanos.

17. Disponemos que todos los hábitos de los hermanos sean de un solo
color, bien sea blanco, negro o marrón. Y sugerimos que tanto en invierno
como en verano si es posible, lleven capas blancas; y a nadie que no
pertenezca la mencionada caballería de Cristo le será permitido tener una
capa blanca, para que quienes hayan abandonado la vida en oscuridad se
reconozcan los unos a los otros como seres reconciliados con su creador por
el signo de sus hábitos blancos: que significa pureza y completa castidad.
La Castidad es certeza en el corazón y salud en el cuerpo. Por lo que si un
hermano no toma votos de castidad no puede acceder al eterno descanso ni
ver a Dios, por la promesa del apóstol que dijo: Pacem sectamini cum
omnibus et castimoniam sine qua nemo Deum videbit. Que significa: "Lucha
para llevar la paz a todos, manténte casto, sin lo cual nadie puede ver a
Dios".
18. Pero estas vestiduras deberán mantenerse sin riquezas y sin ningún
símbolo de orgullo. Y así, nosotros exigimos que ningún hermano lleve piel
en sus vestidos, ni cualquier otra cosa que no pertenezca al uso del cuerpo,
ni tan siquiera una manta que no sea de lana o cordero. Concertamos en
que todos tengan lo mismo, de tal forma que puedan vestirse y desvestirse,
y poner y quitarse las botas con facilidad. Y el sastre, o quien haga sus
funciones, deberá mostrarse minucioso y cuidar que se mantenga la
aprobación de Dios en todas las cosas mencionadas, para que los ojos de
los envidiosos y mal intencionados no puedan observar que las vestiduras
sean demasiado largas o cortas; deberá distribuirlas de tal manera que
sean de la medida de quien las ha de llevar, según la corpulencia de cada
uno.
19. Y si alguno por orgullo o arrogancia desea tener para él un mejor y más
fino hábito, dadle el peor. Y aquellos que reciban vestiduras nuevas deberán
inmediatamente devolver las viejas, para que sean entregadas a escuderos
y sargentos, y a menudo a los pobres, según lo que considere conveniente
el encargado de ese menester.

Sobre las Camisas.

20. Entre otros asuntos sobre los que regulamos, debido al intenso calor
 existente en el Este, desde Pascua hasta todos los Santos, gracias a la
compasión y de ninguna forma como derecho, una camisa de lino será
entregada al hermano que así lo solicite.

Sobre la Ropa de Cama.

21. Ordenamos por unánimemente que cada hombre tenga la ropa y
sábanas de acuerdo con el juicio de su Maestre. Es nuestro propósito que
un colchón, un almohadón y una manta son suficientes para cada uno; y
aquél a quien le falte uno de éstos puede usar una alfombra, y una manta
de lino siempre que sea de pelo fino. Y dormirán siempre vestidos con
camisa y pantalón, y zapatos y cinturones, y donde reposen deberá haber
siempre una luz encendida hasta la mañana. Y el Sastre se asegurará que
los hermanos estén tan bien tonsurados que puedan ser examinados tanto
de frente como de espaldas; y nosotros ordenamos que vosotros os adhiráis
a esta misma conducta en lo tocante a barbas y bigotes, para que ningún
exceso se muestre en sus cuerpos.

Sobre Zapatos puntiagudos y Cordones de lazo.

22. Prohibimos los zapatos puntiagudos y los cordones de lazo y
condenamos que un hermano los use; ni los permitimos a quienes sirvan en
la casa por tiempo determinado; más bien, prohibimos que los utilicen en
cualquier circunstancia. Porque es manifiesto y bien sabido que estas cosas
abominables pertenecen a los paganos. Tampoco deberán llevar ni el pelo ni
el hábito demasiado largos. Porque aquellos que sirven al soberano creador
deben surgir de la necesidad dentro y fuera mediante la promesa de Dios
mismo quien dijo: Estote mundi quia ego mundus sum. Que quiere decir:
"Nace como yo nazco"

Cómo deben comer.

23. En el palacio, o lo que debería llamarse refectorio, deberéis comer
juntos. Pero si estáis necesitados de algo, pues no estáis acostumbrados a
los utilizados por los religiosos, quedamente y en privado deberéis pedir lo
que necesitéis en la mesa, con toda humildad y sumisión. Porque el Apóstol
dijo: Manduca panem tuum cum silentio. Que significa: "Come tu pan en
silencio". Y el salmista: Posui ori meo custodiam. Que quiere decir: "Yo
reprimí mi lengua" Que significa que "Yo creo que mi lengua me
traicionaría" lo que es, "Callé para no hablar mal".

Sobre la Lectura de la Lección.

24. Siempre, durante la comida y cena en el convento, que se lean las
Sagradas Escrituras, si ello es posible. Si amamos a Dios, sus Santas
palabras y sus Santos Mandamientos, desearemos escuchar atentamente; y
el lector da texto os reclamará silencio antes de comenzar a leer.

Sobre Pucheros y Vasos.

25. Debido a la escasez de pucheros, los hermanos comerán por parejas, de
tal forma que uno pueda observar más de cerca al otro, y para que ni la
austeridad ni la abstinencia en secreto sean introducidas, en la comida de
comunidad. Y nos parece justo que cada hermano tenga la misma ración de
vino en su copa.

Sobre comer Carne.

26. Deberá ser suficiente, comer carne tres veces por semana, excepto por
Navidad, Todos los Santos, la Asunción y la festividad de los doce apóstoles.
Porque se entiende que la costumbre de comer carne corrompe el cuerpo.
Pero si un ayuno en el que se debe suprimir la carne cae en Martes, al día
siguiente será dada en cantidad a los hermanos. Y los Domingos todos los
hermanos del Temple, los capellanes y clérigos recibirán dos ágapes de
carne en honor a la santa resurrección de Cristo Jesús. Y el resto de la casa,
que incluye los escuderos y sargentos, deberán contentarse con una comida
y estar agradecidos al Señor por ella.
Sobre las comidas entre Semana.

27. Sobre los otros días de la semana, que son Lunes, Miércoles e incluso
Sábados, los hermanos tengan dos o tres comidas de vegetales u otros
platos comidos con pan; y nosotros creemos que es suficiente y ordenamos
que así sea. De tal manera que aquel que no coma en una comida, lo haga
en la otra.

Sobre la comida del Viernes.

28. Los Viernes, que se ofrezca a toda la congregación, comida cuaresmal,
surgida de la reverencia hacia la pasión de Cristo Jesús; y haréis
abstinencia desde la festividad de Todos los Santos hasta la Pascua, excepto
el día de Navidad, la Asunción y la festividad de los doce apóstoles. Pero los
hermanos débiles o enfermos no deberán ser obligados a esto. Desde
Pascua hasta la fiesta de Todos los Santos pueden comer dos veces,
mientras no sea abstinencia general.

Sobre Dar las Gracias.
 
29. Siempre, después de cada comida o cena todos los hermanos deberán
dar gracias a Dios en la iglesia y en silencio si ésta se encuentra del lugar
dónde comen, y si no lo está en el mismo lugar en donde hayan comido.
Con humildad deberán dar gracias a Cristo Jesús quien es el Señor que
Provee. Dejad que los trozos de pan roto, sean dados a los pobres y los que
estén en rodajas enteras, sean guardados. Aunque la recompensa de los
pobres sea el reino de los cielos, se ofrecerá a los pobres sin dudarlo, y la fe
Cristiana os reconocerá entre los suyos; por tanto concertamos, que una
décima parte del pan sea entregado a vuestro Limosnero.
Sobre la Merienda.

30. Cuando cae el sol y comienza la noche escuchad la señal de la campana
o la llamada a oración, según las costumbres del país, y acudid todos a
capítulo. Pero disponemos que primero merendéis; si bien dejamos la toma
de este refrigerio al arbitrio y discreción del Maestre. Cuando queráis agua u
ordenéis, por caridad, vino aguado, que se os dé con comedimiento.
Ciertamente, no deberá ser en exceso, sino con moderación. Porque
Salomón dijo: Quia vinum facit apostatare sapientes. ÃÃ ÄÄ Que quiere
decir que el vino corrompe a los sabios.
Sobre mantenerse en Silencio.

31. Cuando los hermanos salgan del capítulo no deben hablar abiertamente
excepto en una emergencia. Dejad que cada uno vaya a su cama tranquilo
y en silencio, y si necesita hablar a su escudero, se lo deberá decir en voz
baja. Pero si por casualidad, a la salida del capítulo, la caballeresca o la
casa tiene un serio problema, que debe ser solventado antes de la mañana,
entendemos que el Maestre o el grupo de hermanos mayores que gobiernan
la Orden por el Maestre, puedan hablar apropiadamente. Y por esta razón
obligamos que sea hecho de esta manera.
32. Porque está escrito: In multiloquio non effugies peccatum. Que quiere
decir que el hablar en demasía no está libre de pecado. Y en algún otro
lugar: Mors et vita in manibus lingue. Que significa: 'La vida y la muerte
están bajo el poder de la lengua.' Y durante esa conversación nosotros
conjuntamente prohibimos palabras vanas y estruendosos ataques de risa.
Y si algo se dice, durante esa conversación, que no debería haberse dicho,
ordenamos que al acostaros recéis un paternoster con notable humildad y
sincera devoción.
Sobre los Hermanos Convalecientes.

33. Los hermanos que por el trabajo de la casa padezcan enfermedad
pueden levantarse a la matinas con el consentimiento y permiso del Maestre
o de aquellos que se encarguen de ese menester. Deberán decir en lugar de
las matinas trece paternosters, así queda establecido, de tal forma y manera que sus palabras reflejen su corazón. Así lo dijo David: Psallite
sapienter. Que significa: 'Canta con sabiduría.' E igualmente dijo David: In
conspectu Angelorum psallam tibi. Que significa: 'Yo cantaré para ti ante los
ángeles.' Y dejad que esto sea siempre así y a la discreción del Maestre o de
aquellos encargados de tal menester.

Sobre la Vida en Comunidad.

34. Leemos en las Sagradas Escrituras: Dividebatur singulis prout cuique
opus erat. Que significa que a cada uno le será dado según su necesidad.
Por esta razón nosotros decimos que ninguno estará por encima de
vosotros, sino que todos cuidareis de los enfermos; y aquél que esté menos
enfermo dará gracias a Dios y no se preocupará; y permitiréis que aquel
que esté peor se humille mediante su debilidad y no se enorgullezca por la
piedad. De este modo todos los miembros vivirán en paz. Y prohibimos a
todos que abracen la excesiva abstinencia; si no que firmemente
mantengan la vida en comunidad.
Sobre el Maestre.

35. El Maestre puede a quien le plazca entregar el caballo y la armadura y
lo que desee de otro hermano, Y el hermano cuya cosa pertenecía no se
sentirá vejado ni enfadado: porque es cierto que si se enfada irá contra
Dios.
Sobre dar Consejos.

36. Permitir solo a aquellos hermanos que el Maestre reconoce que darán
sabios y buenos consejos sean llamados a reunión; y así lo ordenamos, y
que de ninguna otra forma alguien pueda ser escogido. Porque cuando
ocurra que se desee tratar de materias serias; como la entrega de tierra
comunal, o hablar de los asuntos de la casa, o recibir a un hermano,
entonces si el Maestre lo desea, es apropiado reunir la congregación entera
para escuchar el consejo de todo el capítulo; y lo que considere el Maestre
mejor y más beneficioso, dejar que así se haga.
Sobre los Hermanos enviados a Ultramar.

37. Los Hermanos que sean enviados a diversos países del mundo deberán
cuidar los mandatos de la Regla según su habilidad y vivir sin
desaprobación respecto a la carne y el vino, etc. para que reciban elogio de
extraños y no mancillar por hecho o palabra los preceptos de la Orden, y
para ser un ejemplo de buenas obras y sabiduría; por encima de todo, para
que aquellos con quienes se asocien y en cuyas posadas reposen, sean
recibidos con honor. Y a ser posible, la casa donde duerman y se hospeden que no quede sin luz por la noche, para que los tenebrosos enemigos no los
conduzcan a la maldad, dado que Dios así lo prohibe.

Sobre Mantener la Paz.

38. Cada hermano debe asegurarse de no incitar u otro a la ira o enojo,
porque la soberana piedad de Dios ve al hermano fuerte igual que al débil,
en nombre de la Caridad.
Cómo deben actuar los Hermanos.

39. A efecto de llevar a cabo sus santos deberes, merecer la Gloria del
Señor y escapar del temible fuego del infierno, es acorde que todos los
hermanos profesos obedezcan estrictamente a su Maestre. Porque nada es
más agradable a Cristo Jesús que la obediencia. Por esta razón, tan pronto
algo sea ordenado por el Maestre o en quien haya delegado su autoridad,
deberá ser obedecido sin dilación como si Cristo lo hubiese impuesto. Por
ello Cristo Jesús por boca de David dijo y es cierto: Ob auditu auris obedivit
mihi. Que quiere decir: 'Me obedeció tan pronto me escuchó".
40. Por esta razón rezamos y firmemente dictaminamos a los hermanos
caballeros que han abandonado su ambición personal y a todos aquellos que
sirven por un período determinado a no salir por pueblos o ciudades sin el
permiso del Maestre o de quien él haya delegado; excepto por la noche al
Sepulcro y otros lugares de oración dentro de los muros de la ciudad de
Jerusalén.
41. Allí, irán los hermanos por parejas, de otra forma no podrán salir ni de
día ni de noche; y cuando se detienen en una posada, ningún hermano,
escudero o sargento puede acudir a los aposentos de otro para verlo o
hablar con él sin permiso, tal y como se ha dicho. Ordenamos por unánime
consentimiento que en esta Orden regida por Dios, ningún hermano deberá
luchar o descansar según su voluntad, sino siguiendo las ordenes del
Maestre, a quien todos deben someterse, para que sigan las indicaciones de
Cristo Jesús que dijo: Non veni facere voluntatem meam, sed ejus que misit
me, patris. Que significa: 'Yo no vine a hacer mi propia voluntad, sino la
voluntad de mi padre quien me envió.'
Cómo deben Poseer e Intercambiar.

42. Sin el permiso del Maestre o quien en su lugar ostente el cargo, que
ningún hermano intercambie cosa alguna con otro, ni así lo pida, a menos
que sea de escaso o nulo valor.
Sobre Cerrojos.

 43. Sin permiso del Maestre o quien le represente, ningún hermano tendrá
una bolsa o monedero que se pueda cerrar; pero los directores de casas o
provincias y el Maestre no se atendrán a esto. Sin el consentimiento del
Maestre o su comandante, que ningún hermano tenga cartas de sus
parientes u otras personas; pero si tiene permiso, y así lo quiere el Maestre
o comandante, estas cartas le pueden ser leídas.
Sobre Regalos de Seglares.

44. Si algo que no se puede conservar, como la carne, es regalado en
agradecimiento, a un hermano por un seglar, lo presentará al Maestre o al
Comandante de Avituallamiento. Pero si ocurre que uno de sus amigos o
parientes desea regalárselo solo a él, que no lo acepte sin el permiso del
Maestre o su delegado. Es más, si el hermano recibe cualquier otra cosa de
sus parientes, que no lo acepte sin permiso del Maestre o de quien ostente
el cargo. Especificamos, que los comandantes o mayordomos, que están a
cargo de estos menesteres, que no se atengan a la citada regla.
Sobre Faltas.

45. Si algún hermano, hablando o en soldadesca, o de algún otro modo,
comete una pecado venial, deberá voluntariamente decírselo al Maestre,
para redimirse con el corazón limpio. Si no acostumbra a redimirse de este
modo, que reciba una penitencia leve, pero si la falta es muy seria que se
aleje de la compañía de sus hermanos de tal forma que no coma ni beba en
la mesa con ellos, si no solo; y se someterá a la piedad y juicio del Maestre
y hermanos, para que sea salvado el día del Juicio Final.
Sobre faltas Graves.

46. Por encima de todo, debemos asegurarnos que ningún hermano,
poderoso o no, fuerte o débil, que desee promocionarse gradualmente
devenga orgulloso, defienda su crimen y permanezca sin castigo. Pero si no
quiere someterse por ello que reciba un castigo mayor. Y si misericordiosas
oraciones del consejo se rezan por él a Dios, y él no quiere enmendarse, si
no que se enorgullece más y más de ello, que sea erradicado del rebaño
piadoso; según lo que el apóstol dice: Auferte malum ex vobis. Que quiere
decir: 'Aparta los malvados de entre los tuyos.' Es necesario para vosotros
separar las ovejas perversas de la compañía de los piadosos hermanos.
47. Es más, el Maestre, que debe llevar en su mano el báculo -y bastón de
mando que sostiene las debilidades y fortalezas de los demás; deberá
ocuparse de ello. Pero también, como mi señor St Maxime dijo: 'Que la
misericordia no sea mayor que la falta; ni que el excesivo castigo encamine
al pecador a regresar a sus malas acciones. '
 
Sobre las Murmuraciones

48. Disponemos por divino consejo, el evitar las plagas: de envidia,
murmuración, despecho y calumnia. Por tanto cada uno debe guardar
celosamente los que el apóstol dijo: Ne sis criminator et susurro in populo.
Que significa: 'No acuses o perjudiques al pueblo de Dios.' Pero cuando un
hermano sepa con certeza que su compañero ha pecado, en privado y con
fraternal misericordia que sea él mismo quien lo amoneste secretamente, y
si no quiere escuchar, otro hermano deberá ser llamado, y si los rehusa a
ambos, deberán decirlo públicamente ante el capítulo. Aquellos que
deprecian a sus semejantes sufren de terrible ceguera y muchos están
llenos de gran tristeza ya que no desarraigan la envidia que sienten hacia
otros; y por ello serán arrojados hacia la inmemorial perversidad del
demonio.
Que Nadie se Enorgullezca de sus Faltas.

49. Las palabras vanas se sabe son pecaminosas, y las dicen aquellos que
se enorgullecen de su propio pecado ante el justo juez Cristo Jesús; lo que
queda demostrado por las palabras de David: Obmutui et silui a bonis. Que
significa que uno debería incluso refrenarse de hablar bien, y observar el
silencio. Asimismo prevenid hablar mal, para evitar la desgracia del pecado.
Ordenamos y firmemente prohibimos a un hermano que cuente a otro
hermano o a cualquiera, las valientes acciones que llevó a cabo en su vida
seglar y los placeres de la carne que mantuvo con mujeres inmorales.
Deberán ser consideradas faltas cometidas durante su vida anterior y si
sabe que ha sido expresado por algún otro hermano, deberá
inmediatamente silenciarlo; y si no puede lograrlo, abandonará el lugar sin
permitir que su corazón se mancille por estas palabras.
Que Nadie Pida.

50. A esta costumbre de entre otras, ordenamos que os adhiráis
firmemente: que ningún hermano explícitamente pida el caballo o la
armadura de otro. Se hará de la siguiente manera: si la enfermedad de un
hermano o la fragilidad de sus animales o armadura es conocida y por lo
tanto no puede hacer el trabajo de la casa sin peligro, que acuda al
Maestre, y exponga la situación en solícita fe y verdadera fraternidad, y se
atenga a la disposición del Maestre o de quien ostente su cargo.
Sobre animales y escuderos.

51. Cada hermano caballero puede tener tres caballos y ninguno más sin el
permiso del Maestre, debido a la gran pobreza que existe en la actualidad
en la casa de Dios y en el Templo de Salomón. A cada hermano le
permitimos tres caballos y un escudero; y si éste último sirve
voluntariamente por caridad; el hermano no debería pegarle por los
 
pecados que cometa.

Que ningún Hermano pueda tener una brida ornamentada.

52. Nosotros prohibimos seriamente a cualquier hermano que luzca oro o
plata en sus bridas, estribos, ni espuelas. Esto se aplica si las compra; pero
si le son regalados en caridad, los arneses la plata y el oro que sean tan
viejos que no reluzcan, que su belleza no pueda ser vista por otros ni ser
signo de orgullo: entonces podrá quedárselos. Pero si le son regalados
equipos nuevos que sea el Maestre quien disponga de ellos como crea
oportuno.

Sobre fundas de Lanza.

53. Que ningún hermano tenga una funda ni para su lanza ni para su
escudo, pues no es ninguna ventaja, al contrario podría ser muy perjudicial.
Sobre las bolsas de comida.

54. Este mandato que establecemos es conveniente para todos y por esta
razón exigimos sea mantenido de ahora en adelante, y que ningún hermano
pueda hacerse una bolsa para comida de lino o lana, o de cualquier otro
material que no sea profinel.

Sobre la Caza.

55. Prohibimos colectivamente que ningún hermano cace un ave con otra.
No es adecuado para un religioso sucumbir a los placeres, sino escuchar
voluntariamente los mandamientos de Dios, estar frecuentemente orando y
confesar diariamente implorando a Dios en sus oraciones el perdón de los
pecados que haya cometido. Ningún hermano puede presumir de la
compañía de un hombre que caza a un ave con otra. Al contrario es
apropiado para un religioso actuar simple y humildemente sin reír ni hablar
en demasía, con razonamiento y sin levantar la voz. Y por esta razón,
disponemos especialmente a todos los hermanos que no se adentren en el
bosque con lanzas ni arcos para cazar animales, ni que lo hagan en
compañía de cazadores, excepto promovidos por el amor a salvaguardarlos
de los paganos infieles. Ni deberéis ir con perros, ni gritar ni conversar, ni
espolear vuestro caballo solo por el deseo de capturar una bestia salvaje.
Sobre el León.

56. Es verdad que os habéis responsabilizado a entregar vuestras almas por vuestros hermanos, tal y como lo hizo Cristo Jesús, y defender la tierra de
los incrédulos paganos, enemigos del hijo de la Virgen María. Esta mentada
prohibición de caza no incluye en forma alguna al león, dado que viene
sigiloso y envolvente a capturar su presa, con sus zarpas contra el hombre
e id con vuestras manos contra él.

Cómo pueden tener propiedades y hombres.

57. Esta bondadosa nueva orden la creemos emana de las Sagradas
Escrituras y de la divina providencia en la Sagrada Tierra del Este. Lo que
significa que esta compañía armada de caballeros puede matar a los
enemigos de la cruz sin pecar. Por esta razón juzgamos que debéis ser
llamados Caballeros del Temple, con el doble mérito y la gallardía de la
honestidad; que podáis poseer tierras y mantenerlas, villanos y campos y
los gobernéis con justicia, e impongáis vuestro derecho tal y como está
específicamente establecido.
Sobre los Diezmos.

58. Vosotros habéis abandonado las seductoras riquezas de este mundo y
os habéis sometido voluntariamente a la pobreza; y por ello hemos resuelto
que los que viváis en comunidad podáis recibir diezmos. Si el obispo de la
localidad, a quien el diezmo se debería entregar por derecho, desea darlo
en caridad; con el consentimiento del capítulo, puede donar esos diezmos
que posee su Iglesia. Es más, si un plebeyo guarda los diezmos de su
patrimonio para sí, y en contra de la Iglesia, y desea cederlos a vosotros lo
puede hacer con el permiso del prelado y su capítulo.
Sobre hacer Juicios.

59. Sabemos, ya que lo hemos visto, que los perseguidores y amantes de
peleas y dedicados cruelmente a atormentar a los fieles de la Sagrada
Iglesia y a sus amigos, son incontables. Por el claro juicio del consejo,
ordenamos que si alguien en los lugares del Este o en cualquier otro sitio os
solicita parecer, por creyentes y amantes de la verdad debéis juzgar el
hecho, si la otra parte accede. Este mismo mandato se aplicará siempre que
algo os sea robado.
Sobre los Hermanos Ancianos.

60. Disponemos por consejo compasivo que los hermanos ancianos y
débiles sean honrados con diligencia y reciban la atención de acuerdo con
su fragilidad; y cuidados por la autoridad de la Regla en aquellos
menesteres necesarios para su bienestar físico, y que en forma alguna se
sientan afligidos.
 
Sobre los Hermanos Enfermos.

61. Que los hermanos enfermos reciban la consideración y los cuidados y
sean servidos según las enseñanzas del evangelista y de Cristo Jesús:
Infirmus fui et visitastis me. Que significa: ' Estuve enfermo y me visitaste';
y que esto no sea olvidado. Porque aquellos hermanos que están dolientes
deberán ser tratados con dulzura y cuidado, porque por tal servicio, llevado
a cabo sin titubear, ganareis el reino de los cielos.
Por lo tanto pedimos al Enfermero que sabia y fervientemente provea lo
necesario a los diversos hermanos enfermos, como carne, viandas, aves y
otros manjares que los retornen a la salud, según los medios y posibilidades
de la casa.

Sobre los Hermanos Fallecidos.

62. Cuando un hermano pase de la vida a la muerte, algo de lo que nadie
está excluido, digáis misa por su alma con misericordioso corazón, y que el
divino oficio sea ejecutado por los curas que sirven al rey. Vosotros que
servís a la caridad por un tiempo determinado y todos los hermanos que
estén presentes frente al cadáver rezareis cien paternosters durante los
siete siguientes días. Y todos los hermanos que están bajo la orden de la
casa del hermano fallecido rezaran los cien paternosters, como se ha dicho
anteriormente; después de conocerse la muerte y por la misericordia de
Dios. También rogamos y ordenamos por autoridad pastoral que un
mendigo sea alimentado con carne y vino durante cuarenta días en
memoria del hermano finado, tal y como lo hiciera si estuviera vivo.
Nosotros explícitamente prohibimos todos los anteriores ofrecimientos que
solían hacer por voluntad y sin discreción los Pobres Caballeros del Templo
ante la muerte de hermanos, en la celebración de Pascua u otras fiestas.
63. Es más, debéis profesar vuestra fe con pureza de corazón de día y de
noche para que puedan compararos, en este aspecto, con el más sabio de
los profetas, que dijo: Calicem salutaris accipiam. Que quiere decir: 'Yo
beberé de la copa de salvación.' Lo cual significa: 'Vengaré la muerte de
Cristo con mi muerte. Porque de la misma manera en que Cristo Jesús dio
su cuerpo por mí, de la misma forma estoy preparado para dar mi alma por
mis hermanos.' Esta es una ofrenda apropiada; un sacrificio viviente y del
agrado de Dios.
Sobre los Sacerdotes y clérigos que sirven a la Caridad.

64. La totalidad del concilio en consejo os ordena rendir ofrendas y toda
clase de limosnas sin importar el modo en que puedan ser dadas, a los
capellanes y clérigos y a los que restan en la caridad por un tiempo
determinado. Siguiendo los mandatos de Dios nuestro Señor, los sirvientes
de la iglesia pueden solo recibir ropa y comida, y no pueden presumir de
 
poseer nada a menos que el Maestre desee dárselo por caridad.

Sobre los Caballeros seglares.

65. Aquellos que por piedad sirven y permanecen con vosotros por un
tiempo determinado son caballeros de la casa de Dios y del Templo de
Salmón. Por lo tanto con piedad rezamos y así disponemos finalmente que
si durante su estancia, el poder de Dios se lleva a alguno de ellos, por amor
a Dios y propio de la fraternal misericordia, un mendigo sea alimentado
durante siete días para la salvación de su alma, y cada hermano en esa
casa deberá rezar treinta paternosters.
Sobre los Caballeros Seglares que Sirven por tiempo determinado.

66. Ordenamos que todos los caballeros seglares que deseen con pureza de
corazón servir a Cristo Jesús y la casa del Templo de Salomón por un
periodo determinado que adquieran, cumpliendo con la norma, un caballo y
armas adecuados y todo lo necesario para la tarea. Es más, que ambas
partes den un precio al caballo y que este precio quede por escrito para no
ser olvidado; y dejad que todo lo que el caballero, su escudero y su caballo
necesiten, provenga de la caridad fraternal según los medios de la casa. Si
durante ese tiempo determinado, ocurre que el caballo muere en el servicio
de la casa, si la casa lo puede costear, el Maestre lo repondrá. Si al final de
su estadía, el caballero desea regresar a su país, deberá dejar en la casa
por caridad, la mitad del precio del caballo, y la otra mitad puede, si lo
desea, recibirla de las limosnas de la casa.
Sobre la Promesa de los Sargentos

67. Dado que los escuderos y sargentos que deseen caritativamente servir
en la casa del Temple, por la salvación de su alma y por un periodo
determinado, vienen de regiones muy diversas, es prudente que sus
promesas sean recibidas, para que el enemigo envidioso no los haga
arrepentirse y renunciar a sus buenas intenciones.
Sobre las Capas Blancas.

68. Por unánime consenso de la totalidad del capítulo, prohibimos y
ordenamos la expulsión, por vicioso, a cualquiera que sin discreción haya
estado en la casa de Dios y de los Caballeros del Temple. También, que los
sargentos y escuderos no tengan hábitos blancos, dado que esta costumbre
ha traído gran deshonra a la casa; pues en las regiones más allá de las
montañas falsos hermanos, hombres casados y otros que fingían ser
hermanos del Temple las usaron para jurar sobre ellas; sobre asuntos
mundanos. Trajeron tanta vergüenza y perjuicio a la Orden de Caballería
 
que hasta sus escuderos se rieron; y por esta razón surgieron muchos
escándalos. Por tanto, que se les entreguen hábitos negros; pero si éstos no
se pueden encontrar, se les deberá dar lo que se encuentre en esa
provincia; o lo que sea más económico, que es burell.

Sobre hermanos Casados.

69. Si hombres casados piden ser admitidos en la fraternidad, favorecerse y
ser devotos de la casa, permitimos que los recibáis bajo las siguientes
condiciones: al morir deberán dejar una parte de sus propiedades y todo lo
que hayan obtenido desde el día de su ingreso. Durante su estancia,
deberán llevar una vida honesta y comprometerse a actuar en favor de sus
hermanos, pero no deberán llevar hábitos blancos ni mandiles. Es más, si el
señor fallece antes que su esposa, los hermanos se quedarán solo con una
parte de su hacienda, dejando para la dama el resto, a efecto de que pueda
vivir sola de ella durante el resto de su existencia; puesto que no es
correcto ante nosotros, que ella viva como cofrade en una casa junto a
hermanos que han prometido castidad a Dios.
Sobre Hermanas.

70. La compañía de las mujeres es asunto peligroso, porque por su culpa el
provecto diablo ha desencaminado a muchos del recto camino hacia el
Paraíso. Por tanto, que las mujeres no sean admitidas como hermanas en la
casa del Temple. Es por eso, queridos hermanos, que no consideramos
apropiado seguir esta costumbre, para que la flor de la castidad
permanezca siempre impoluta entre vosotros.
Que no tengan intimidad con mujeres.

71. Creemos imprudente para un religioso mirar mucho la cara de una
mujer. Por esta razón ninguno debe atreverse a besar a una mujer, sea
viuda, niña, madre, hermana, tía u otro parentesco; y recomendamos que
la caballería de Cristo Jesús evite a toda costa los abrazos de mujeres, por
los cuales muchos hombres han perecido, para que se mantengan
eternamente ante Dios con la conciencia pura y la vida inviolable.
No ser Padrinos.

72. Prohibimos que los hermanos, de ahora en adelante, lleven niños a la
pila bautismal. Ninguno deberá avergonzarse de rehusar ser padrino o
madrina; ya que esta vergüenza trae consigo más gloria que pecado.
 
Sobre los Mandatos.

73. Todos los mandatos que se han mencionado y escrito aquí, en esta
Regla actual están sujetos a la discreción y juicio del Maestre.
Estos son los Días Festivos y de Ayuno que todos los Hermanos
deben Celebrar y Observar.

74. Que sepan todos los presentes y futuros hermanos del temple que
deben ayunar en las vigilias de los doce apóstoles. Que son: San Pedro, San
Pablo, San Andrés, San Jaime, y San Felipe; Santo Tomás, San Bartolomé,
San Simón y San Judas Tadeo, San Mateo. La vigilia de San Juan Bautista;
la vigilia de la Ascensión y los dos días anteriores; los días de rogativas; la
vigilia de Pentecostés; las cuatro Témporas; la vigilia de San Lorenzo, la
vigilia de Nuestra Señora de la Ascensión; la vigilia de Todos los Santos; la
vigilia de la Epifanía. Y deberán ayunar en todos los días citados según la
disposición del Papa Inocencio en el Concilio de la ciudad de Pisa. Y si
alguno de los días de ayuno cae en Lunes, deberán ayunar el Sábado
anterior. Si la Natividad de Nuestro Señor cae en Viernes, los hermanos
comerán carne en honor de la fiesta. Pero deberán ayunar en el día de San
Marcos debido a las Letanías: porque así ha sido establecido por Roma para
los hombres mortales. Sin embargo, si cae durante la octava de Pascua, no
deberán ayunar.
Estos son los Días de Ayuno que deberán ser observados en la Casa
del Temple.

75. La natividad de Nuestro Señor; la fiesta de San Esteban; San Juan
Evangelista; los Santos Inocentes; el octavo día después de Navidad que es
el día de Año Nuevo; la Epifanía; Santa María Candelaria; San Matías
Apóstol; la Anunciación de Nuestra Señora en Marzo; Pascua y los tres días
siguientes al día de San Jorge; los Santos Felipe y Jaime, dos apóstoles; el
encuentro de la Vera Cruz; la Ascensión del Señor; Pentecostés y los dos
días siguientes; San Juan Bautista; San Pedro y San Pablo, dos apóstoles;
Santa María Magdalena; San Jaime Apóstol; San Lorenzo; la Ascensión de
Nuestra Señora; la natividad de Nuestra Señora; la Exaltación de la Cruz;
San Mateo Apóstol, San Miguel; Los Santos Simón y Judas; la fiesta de
Todos los Santos; San Martín en invierno; Santa Caterina en invierno; San
Andrés, San Nicolás en invierno; Santo Tomás Apóstol.
76. Ninguna de las fiestas menores se debe observar en la casa del Temple.
Y deseamos y aconsejamos que se cumpla estrictamente: todos los
hermanos del Temple deberán ayunar desde el Domingo anterior a San
Martín hasta la Natividad de Nuestro Señor, a menos que la enfermedad lo
impida. Si ocurre que la fiesta de San Martín cae en Domingo, los hermanos
no tomarán carne el Domingo anterior.
 
 

SAN BERNARDO DE CLARAVAL

Escrito hacia 1130-1136

Prólogo

A Hugo, Soldado de Cristo y Maestre de su Milicia, Bernardo Abad, solo en
el nombre, de Claraval, Salud y que pelee el buen combate.

Una y otra vez, y hasta tres, si no me engaño, me habías pedido, carísimo
Hugo, que te enderezara a ti y a tus conmilities algunas palabras de aliento,
y que, si no embrazaba la lanza, vibrara al menos la pluma contra el tirano
enemigo. Y siempre me asegurabas que os había de ser gran estímulo el
que, a no ser posible ayudarnos con las armas, os exhortara y animara con
mis escritos.

Tarde algún tiempo en satisfacer a tus deseos, no porque desdeñase la
petición, sino temiendo que, si la aceptaba, me culpasen de precipitado y
ligero, puesto que, pudiendo hacerlo cualquier otro mejor, presumía yo de
poder salir airoso de tal empresa, y así estorbaba el fruto que podía sacarse
de cosa tan necesaria. Mas al ver que mi larga demora de nada me servía,
pues insistías una y otra vez, al bien que por incompetencia, me he decidido
a hacer lo que estaba en mí. El lector juzgará si he satisfecho sus deseos.
Aunque ciertamente, como no he escrito este opúsculo sino por contentarte
y acceder a lo que me pedías, no me preocupa gran cosa el que agrade a
quienes lo leyeren.

CAPÍTULO I

Elogio de la Nueva Milicia

Se oye decir que un nuevo género de milicia acaba de nacer en la tierra, y
precisamente en aquella región donde antaño viniera a visitarnos en carne
el Sol Oriente, para que allí mismo donde El expulsó con el poder de su
robusto brazo a los príncipes de las tinieblas extermine ahora a los satélites
de aquellos, hijos de la infidelidad y de la confusión, por medio de estos
fuertes suyos, rescatando también al pueblo de Dios y suscitando un
poderoso Salvador en la casa de David su ciervo.

Si, un nuevo género de milicia ha nacido, desconocido en siglos pasados,
destinado a pelear sin tregua un doble combate contra la carne y sangre y
contra los espíritus malignos que pueblan los aires. Cierto, cuando veo combatir con las solas fuerzas corporales a un enemigo también corporal,
no solo no lo tengo por caso maravilloso, pero siquiera lo juzgo raro.
Cuando observo igualmente como las fuerzas del alma guerrean contra los
demonios, tampoco me parece esto asombroso, aunque si muy digno de
loa, pues lleno está el mundo de monjes, y todos suelen sostener estas
luchas. Mas cuando se ve que un solo hombre cuelga al cinto con
ardimiento y coraje su doble espada y ciñe sus lomos con un doble cíngulo,
¿quién no juzgará caso insólito y digno de grandísima admiración? Intrépido
y bravo soldado aquel que, mientras reviste su cuerpo con coraza de acero,
guarece su alma bajo la loriga de la fe; puede gozar de completa seguridad,
porque pertrechado con estas dobles armas defensivas, no ha de temer a
los hombres ni a los demonios. Es mas ni siquiera teme a la muerte, antes
la desea. ¿Qué podría espantarle ni vivo ni muerto, cuando su vivir es
Cristo; pero desearía mas bien acabar de soltarse del cuerpo para estar con
Cristo, siendo esto lo mejor.

Marchad, pues, soldados, al combate con paso firme y marcial y cargad con
ánimo valeroso contra los enemigos de Cristo, bien seguros de que ni la
muerte ni la vida podrán separarlos de la caridad de Dios, que está en
Cristo Jesús. En el fragor del combate proclamad: Ya vivamos, ya muramos,
del Señor somos. ¡Cuán gloriosos vuelven al regreso triunfal de la batalla!
¡por cuán dichosos se tienen cuando mueren como mártires en el campo de
combate! Alégrate, fortísimo atleta, si vives y vences en el Señor; pero
regocíjate mas y salta de alegría si mueres y te unes al Señor. La vida te es
ciertamente provechosa y de gran utilidad, y el triunfo te acarrea verdadera
gloria; pero no sin gran razón se antepone a todo eso una santa muerte.
Porque si son bienaventurados los que mueren en el Señor, ¡cuánto mas lo
serán los que sucumben por El!

Verdad certísima es que, ya los visite en el lecho, ya los sorprenda en el
fragor del combate, siempre será preciosa en el acatamiento del Señor la
muerte de sus santos. Pero en el ardor de la refriega será tanto mas
preciosa cuanto mas gloriosa. ¡Oh vida segura cuando va acompañada de
buena conciencia! ¡Oh vida segurísima, repito, cuando ni siquiera la muerte
se espera con recelo, antes se la desea con amorosas ansias y se las recibe
con dulce devoción! ¡Oh verdaderamente santa y segura milicia, libre de
aquel doble peligro que con frecuencia suele espantar a los hombres cuando
no es Cristo quien los pone en la pelea! ¡Cuantas veces, al trabar combate
con tu enemigo, tu, que militas en los ejércitos del siglo, has de temer que,
matándole a él en el cuerpo, matas también tu alma. O que, siendo tu
muerto por el acero de tu rival, pierdas juntamente la vida del alma y la
vida del cuerpo! Porque no es por el resultado material de la lucha, sino por
los sentimientos del corazón por lo que juzgamos los Cristianos acerca del
riesgo corrido en una guerra o de la victoria ganada; porque si la causa es
buena, no podrá ser nunca malo el resultado, sea cual fuere el éxito, así
como no podrá tenerse por buena la victoria al final de la campaña, cuando
la causa por la que se inició no lo fue y los que la provocaron no tuvieron
recta intención. Si, queriendo dar muerte a otro, eres tu el muerto, mueres
ya homicida. Y si prevaleces sobre tu contrario y, llevado del deseo de
vencerle, le matas, aunque vivas, eres también homicida. ¡Infausta victoria
en la que, triunfando del hombre, sucumbes al pecado! Y si la ira o la
soberbia te avasallan, vanamente galleas por haber dominado a tu contrincante. Dase otro caso, amén de los dichos, y es el de quien mata, no
por celo de venganza, ni por la perversidad de gozar del triunfo, sino por
evitar el mismo la muerte. Pero tampoco diré sea buena tal victoria; porque
de entre dos males, como son la muerte del alma o la muerte del cuerpo,
preferible es el segundo; pues no porque muera el cuerpo muere también el
alma, sino el alma que pecare, ella morirá.

CAPÍTULO II

De la Milicia Seglar

¿Cuál será, pues, el fino fruto de lo que no llamo milicia, sino milicia seglar,
si el que mata peca mortalmente y el que cae muerto perece para siempre?
Porque si la esperanza hace arar al que ara, por emplear palabras del
Apóstol, y el que trilla lo hace esperando percibir el fruto, ¿Qué extraño
error es ese en que vivís, soldados del siglo? ¿Qué furia frenética e
intolerable os arrebata para que de tal modo guerreéis pasando grandes
penalidades y gastando toda vuestra hacienda, sin mas resultado que venir
a parar en el pecado o en la muerte? Vestís vuestros caballos con sedas;
colgáis de vuestras corazas y lorigas no se que aironcillos colgantes de
diversas telas; pintáis las astas de las adargas, las fundas de los escudos y
rodelas, las sillas de montar; mandáis haceros de oro y plata los frenos y
espuelas, esmaltándolos de pedrería, y así, con toda pompa, llenos de
vergonzoso furor e imprudente estupor, cabalgáis a paso ligero hacia la
muerte. ¿Son estas insignias militares o mas bien galas de mujeres? ¿Acaso
la daga enemiga retrocederá ante el brillo del oro? ¿Respetará las ricas
piedras? ¿No se atreverá a tajar y rasgar las sederías? En fin, ¿No os ha
enseñado a vosotros mismos la experiencia diaria que para un soldado en
campaña los mas necesario son tres cosas, conviene a saber: valor,
Sagacidad y cautela para parar los golpes del enemigo, soltura y agilidad de
movimientos que le permita ir ligero en su seguimiento y persecución, y,
por último, que esté siempre pronto y expedito para herirle y derribarle?

A vosotros os vemos, por el contrario, cuidar con esmero vuestra cabellera
al estilo mujeril, lo cual redunda en perjuicio de vuestra vista en el
estruendo de la guerra; os envolvéis con luengos camisones que os llegan
hasta los pies y os traban; y, en fin, sepultáis en amplios y complicados
manguitos vuestras manos delicadas y tiernas. Sobre todo esto añadid lo
que mas puede amedrentar la conciencia de un soldado que sale a
campaña, quiero decir, el motivo liviano y frívolo por el cual tuvo la
imprudencia de meterse en milicia tan peligrosa. Porque bien cierto es que
todas vuestras diferencias y guerras nacen solo de ciertos arrebatos de ira,

o de vanos deseos de gloria, o de ambición por conquistar alguna ventaja
terrena. Y por tales motivos, cierto que no se puede con segura conciencia
ni matar ni ceder.
CAPÍTULO III

De los Soldados de Cristo

Mas los soldados de Cristo con seguridad pelean las batallas del Señor, sin
temor de cometer pecado por muerte del enemigo, ni por desconfianza de
su salvación en caso de sucumbir. Porque dar o recibir la muerte por Cristo
no solo no implica una ofensa a Dios ni culpa alguna, sino que merece
mucha gloria; pues en el primer caso, el hombre lucha por su Señor, y en el
segundo, el Señor se da al hombre por premio, mirando Cristo con agrado
la venganza que se le hace de su enemigo, y todavía con agrado mayor se
ofrece el mismo por consuelo al que cae en la lid. Así, pues, digamos una y
mas veces que el Caballero de Cristo mata con seguridad de conciencia y
muere con mayor confianza y seguridad todavía. Ganancia saca para sí, si
sucumbe, y triunfo para Cristo, si vence. No sin motivo lleva la espada al
cinto. Ministro de Dios es para castigar severamente a los que se dicen sus
enemigos; de Su Divina Majestad ha recibido el cero, para castigo de los
que obran mal y exaltación de los que practican el bien. Cuando quita la
vida a un malhechor no se le ha de llamar homicida, sino malicida, si vale la
palabra, ejecuta puntualmente las venganzas de Cristo sobre los que obran
la iniquidad, y con razón adquiere el título de defensor de los cristianos. Si
le matan, no decimos que se ha perdido, sino que se ha salvado. La muerte
que da es para gloria de Cristo, y la que recibe, para la suya propia. En la
muerte de un gentil puede gloriarse un cristiano porque sale glorificado
Cristo; en morir valerosamente por Cristo muéstrase la liberalidad del Gran
Rey, puesto que saca a su Caballero de la tierra para darle el galardón. Así,
pues, el justo se alegrará cuando el primero de ellos sucumba, viendo
aparecer la divina venganza. Mas si cae el guerrero del Señor, dirá: ¿Acaso
no habrá recompensa para el justo? Cierto que si, pues hay un Dios que
juzga a los hombres sobre la tierra.

Claro está que no se habría de dar muerte a los gentiles si se los pudiese
refrenar por otro cualquier medio, de modo que no acometiesen ni
apretasen a los fieles y les oprimiesen. Pero por el momento vale mas
acabar con ellos que no dejar en sus manos la vara con que habían de
esclavizar a los justos, no sea que alarguen los justos sus manos a la
iniquidad.

Pues ¿ Qué? Si no es lícito en absoluto al Cristiano herir con la espada,
¿Cómo el Pregonero de Cristo exhortaba a los soldados a contentarse son la
soldada, sin prohibirles continuar en su profesión? Ahora bien, si por
particular providencia de Dios se permite herir con la espada a los que
abrazan la carrera militar, sin aspirar a otro genero de vida mas perfecto,
¿A quién, pregunto yo, le será mas permitido que a los valientes, por cuyo
brazo esforzado retenemos todavía la fortaleza de la ciudad de Sión, como
valuarte protector a donde pueda acogerse el pueblo santo, guardián de la
verdad, después de expulsados los violadores de la Ley Divina? Disipad,
pues, y deshaced sin temor a esas gentes que solo respiran guerra; haced
tajos a los que siembran entre vuestras filas el miedo y la duda; dispersad
de la ciudad del Señor a todos los que obran iniquidad y arden en deseos de
saquear todos los tesoros del pueblo cristiano encerrados en los muros de
Jerusalem, que solo codician apoderarse del santuario de Dios y profanar
todos nuestros santos misterios. Desenváinese la doble espada, espiritual y
material, de los cristianos, y descargue con fuerza sobre la testuz de los
enemigos, para destruir todo lo que se yergue contra la ciencia de Dios, o
sea, contra la fe de los seguidores de Cristo; no digan nunca los fieles
 
¿Dónde está su Dios?

Cuando ellos anden huidos y derrotados, volverá entonces a su heredad y a
su casa, de la que dijo airado en el Evangelio: He aquí que vuestra casa
quedará desierta y un profeta quéjase de este modo: He tenido que
desamparar mi casa y templo y dejar abandonada mi heredad. Si, entonces
se cumplirá aquel vaticinio profético que dice: El Señor ha redimido a su
pueblo y le ha librado de las manos del poderoso; y vendrán y cantarán
himnos a Dios en el monte Sión, y confluirán a los bienes del Señor.

Alborózate, Jerusalem, que ha llegado el tiempo de la visita de tu Dios.
Llenaos también de júbilo, desiertos de Jerusalem, y prorrumpid en
alabanzas, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha redimido su ciudad
santa y ha levantado poderosamente su brazo ante los ojos de todas las
naciones. Virgen de Israel, habías caído sin que hubiera quien te diese la
mano para levantarte. Yérguete ya, sacúdete el polvo, ¡Virgen, cautiva hija
de Sión! Levántate, repito, súbete a las almenas de tus torres y vislumbra
desde allí los ríos caudalosos de gozo y alegría que el Señor hace correr
hacia ti. Ya en adelante no te llamarán "la abandonada", ni tu tierra no se
verá por mas tiempo desolada, porque el Señor se ha complacido en ti y
tornarás haber repoblado tus campos. Vuelve tus ojos en torno y mira:
todos estos se congregaron para venir a ti. He aquí el socorro que te ha sido
enviado de lo alto. Por ellos te será cumplida la antigua promesa: te pondré
para la gloria de los siglos y gozo de generación en generación; mamarás la
leche de las naciones y te criarán pechos de reyes. Y también: como la
madre acaricia a sus hijitos, así yo os consolaré y en Jerusalem serás
consolado. ¿No ves con cuantos testimonios antiguos queda aprobada
vuestra milicia y como se cumplen ante vuestros ojos los oráculos alusivos
a la ciudad de las virtudes del Señor? Pero con tal que el sentido literal no
impida el que entendamos y creamos en el espiritual, y que la
interpretación que ahora en la tierra damos a las palabras de los profetas
no obste para que esperemos verlas cumplidas en la eternidad gloriosa; no
sea que por lo que vemos se nos desvanezca lo que dice la fe, y por lo poco
que tenemos perdamos la esperanza en las riquezas copiosas, y, en fin, por
la certeza de lo presente olvidemos lo futuro. Por lo demás, la gloria
temporal de la Jerusalem terrena no solo se destruye o disminuye los goces
que tendremos en la celestial, sino que los aumenta, si tenemos bastante fe
y no dudamos que esta de aquí abajo solo es figura de la de los cielos, que
es madre nuestra.

CAPÍTULO IV

Del modo de vivir de los Soldados de Cristo

Mas para imitación o confusión de nuestros soldados que no militan
ciertamente para Dios, sino para el diablo, digamos brevemente cual ha de
ser la vida y los hechos de los Caballeros de Cristo y como se han de haber
en tiempo de paz y en días de guerra, para que se vea claramente cuanta
es la diferencia entre la milicia del siglo y la de Dios. Y ante todo, tanto en
una como en otra dase grandísima importancia a la obediencia y tiénese a
mucha gala la disciplina, sabiendo todos cuanta verdad se encierra en
aquellos de la Escritura: el hijo indisciplinado perecerá. Y en aquello otro: El
desobedecer al Señor es como el pecado de magia, y como crimen de
idolatría el no querer someterse. Van, pues, y vienen estos buenos soldados
a una señal del mando, pónense los vestidos que ordena el Capitán, no
toman alimento ni visten uniforme fuera de los señalados por él. Y lo mismo
en el comer que en el vestir evitan todo lo superfluo, contentos con lo
preciso. Hacen vida común dentro de alegre, pero modesta y sobria
camaradería, sin esposas y sin hijos. Para que nada falte a la perfección
evangélica, no poseen nada propio, pensando solo en conservar entre si la
unión y la paz. Dijereis que toda aquella multitud de hombres tiene un solo
corazón y una sola alma; hasta tal punto ninguno de ellos quiere regirse por
su propia voluntad, si no seguir en todo la del que manda. Jamás están
ociosos ni vagan de aquí para allá en busca de curiosidades, sin oque en
todo tiempo, de no estar en campaña, lo que raras veces ocurre, a fin de
comer el pan de balde, ocúpanse en limpiar, remendar, desenmohecer,
componer y reparar tanto las armas como los vestidos, para defenderlos y
conservarlos contra los ultrajes del tiempo y del uso; y cuando esto no,
obedecen a lo que les ordena el capitán y trabajan en lo que es necesario
para todos. No les veréis hacer acepción de personas; respetan y obedecen
siempre al representante de Dios, sin reparar en si es o no es el mas noble.
Previénense mutuamente con muestras de honor y de deferencias,
comportan las cargas unos de otros, cumpliendo con esto la Ley de Cristo.
No se estilan entre ellos palabras arrogantes, ni ocupaciones inútiles, ni
risas descompuestas, ni la mas leve murmuración; y si alguno de
desmandase en esto, no quedaría sin correctivo. Aborrecen los juegos de
manos y los de azar; tampoco se dedican a la caza ni se permiten la
cetrería, aunque tan generalizada. Abominan de juglares, de magos y
bufones, cuyo trato evitan con cuidado; detestan las tonadillas jocosas, las
comedias y todo linaje de espectáculos, como a puras vanidades y
necedades engañosas. Córtanse el pelo, sabiendo por las enseñanzas del
apóstol que es una vergüenza para los hombres el peinar largas guedejas.
Nunca se acicalan el cabello, rara vez se bañan, andan con la barba hirsuta,
generalmente cubiertos de polvo y ennegrecidos por las cotas de malla y
tostados por el Sol.

Al acercarse el combate, ármanse de fe en su alma y cúbranse por fuera de
hierro, no de oro, a fin de que así, bien pertrechados de armas, no
engalanados con joyas, infundan miedo a sus enemigos sin provocar su
codicia. Buscan caballos fuertes y veloces, no hermosos y bien enjaezados,
pensando mas en vencer que en lozanear, y lo que desean no es
precisamente causar admiración y pasmo, sino turbación y miedo. Y a punto
de comenzar la pelea, no se lanzan a ella impetuosos y turbulentamente,
como empujados por la precipitación, sino con suma prudencia y exquisita
cautela, ordenándose todos en columna cerrada para presentar batalla,
según leemos, que solía hacerlo el pueblo de Israel. Mostrándose en todo
verdaderos israelitas, se adelantan al combate pacífica y sosegadamente.
Pero apenas el clarín da la señal de ataque, dejando súbitamente su natural
benignidad, parecen gritar con el salmista: ¿No he odiado, Señor, a los que
te aborrecían? ¿No me he requemado ante la conducta de tus enemigos? Y
así cargan sobre sus adversarios, cual si entrasen en un rebaño de
corderos, sin que, a pesar de su escaso número, se intimiden ante la cruelísima barbarie e ingente muchedumbre de las huestes contrarias. Y es
que aprendieron ya a confiar no en sus propias fuerzas, sino en el poder del
Señor Dios de los ejércitos, en quien está la victoria, el cual, según se dice
en los Macabeos, puede fácilmente por medio de un puñado de valientes
acabar con grandes multitudes, y sabe librar a sus soldados con igual arte
de las manos de pocos como de muchos; porque no está el triunfo en que
un ejército sea numeroso, sin oque la fortaleza proviene del cielo.
Experiencia frecuentísima tienen de esto, porque mas de una vez les ha
ocurrido derrotar y ahuyentar al enemigo, peleando uno contra mil y dos
contra diez mil. En fin, estos Soldados de Cristo, por modo maravilloso y
singular, muéstranse tan mansos como corderos y tan fieros como leones,
no sabiéndose si se les ha de llamar monjes o guerreros o darles otro
nombre mas propio que abarque entrambos, pues aciertan a hermanar la
mansedumbre de los unos con el valor y la fortaleza de los otros. Acerca de
todo lo cual, ¿Qué decir, sino que todo esto es obra de Dios, y obra
admirable a nuestros ojos? He aquí los hombres fuertes que el Señor ha ido
eligiendo desde un confín a otro del mundo, entre los mas bravos de Israel
para hacerlos soldados de su escolta, a fin de guardar el lecho del
verdadero Salomón, o sea el Santo Sepulcro, en cuyo derredor los ha
puesto para estar alertas como fieles centinelas armados de espada y
habilísimos en el arte de la guerra.

 

Articulado del Libro del Bautismo de Fuego

Traducción de Carlos Raitzin

ARTICULO I

El pueblo que marchaba en la oscuridad ha visto una gran luz y aquellos
que estaban en la sombra de la muerte han visto esta luz. Para nosotros
también la luz ha resplandecido. Nosotros estábamos todos en el duelo y
hemos sido consolados en el terror y en la esclavitud y hemos recibido el
espíritu de adopción de los niños que nos hace clamar: "Uno solo es Nuestro
Padre, Maestro Salvador, Consolador". Uno solo es nuestro Dios y su
espíritu da al nuestro la certeza de que somos hijos de Dios.

ARTICULO II

A vosotros Hermanos os es dado conocer los secretos del Reino de Dios,
felices nuestros ojos y nuestros oídos que ven y escuchan. Sabed que
reyes, papas, obispos, abates y maestres han deseado ver y escuchar lo
que vosotros escucháis y veis, pero ellos no lo han visto y no lo han
escuchado y no lo conocerán jamás.

ARTICULO III

El tiempo ha llegado en el que no se adorará al Padre, ni a Jerusalén, ni a
Roma. El espíritu es Dios. Y si vosotros sois de Dios, vosotros le adoraréis
en espíritu y en verdad. Sabed que todo lo que Jesús ha dicho por el
verdadero Cristo, es el espíritu y vida en Dios. Es el espíritu de Dios que
vivifica, La carne de Jesús para nada puede servir.

ARTICULO IV

Dios es amor y quienquiera que permanece en el amor, en Dios permanece
y Dios está en él. Os hablamos en secreto y de lo que permanece oculto a
los hijos de la nueva Babilonia, la que será tornada en cenizas y polvo por
los humildes servidores de Dios. Os hablamos de la sabiduría de Dios
revelada a nuestros Padres que la han transmitido para nuestra gloria y
nuestro bien. Ningún príncipe o gran sacerdote de este tiempo la han
conocido. Si la hubieran conocido no adorarían el madero de la cruz y no
habrían quemado a aquellos que poseían el verdadero espíritu del

verdadero Cristo.

ARTICULO V

Vosotros que sois los templos de Dios, construidos sobre los fundamentos
de la Sabiduría y de la santidad antiguas, sabed que Dios no hace diferencia
entre las personas sean estas cristianos, sarracenos, judíos, griegos,
romanos, franceses, búlgaros, porqué todo hombre que ora a Dios es
salvado.

ARTICULO VI

El Consolado está liberado del yugo que los hijos de Babilonia han
establecido sobre la base de los falsos dogmas. Entre el judío y el sarraceno
actuad como si fuerais sarracenos o judíos. Con los hijos de Babilonia,
gracias a la elección y al Consolamentum, vosotros estáis liberados.
Mantenedlos felices y tratad de atraer hacia vosotros a aquellos cuyos ojos
se abren, pero actuad con prudencia a causa del evangelio eterno y a fin de
evitar los escándalos.

ARTICULO VII

A vosotros que sois santos todo os está permitido. Sin embargo os debéis
guardar de abusar de este permiso. No dejéis jamás sospechar nada en
torno vuestro de lo que vosotros sois. Tened en vuestras casas lugares de
reunión amplios y escondidos, a los que se tendrá acceso por medio de
corredores subterráneos, de modo que los hermanos puedan acudir a las
reuniones sin peligro de ser inquietados.

ARTICULO VIII

Hay Elegidos y Consolados en todas las regiones del mundo. Allí donde
veáis construir grandes edificios haced los signos de reconocimiento y
hallaréis muchos justos instruidos respecto de Dios y del Gran Arte (Arte
Real). Ellos han heredado de sus padres y de sus maestros y son todos
Hermanos. En esa circunstancia se hallan los Bonshommes (Hombres
Buenos)de Toulouse, los Pobres de Lyon, los Albigenses, aquellos en las
cercanías de Verona y de Bérgamo, los Bajolais de Galicia y de Toscana, los
Bégards y los Búlgaros. Por los caminos subterráneos llegaréis a vuestros
capítulos y a aquellos que alberguen algunos temores les conferiréis el
Consolamentum en los capítulos ante tres testigos.

ARTICULO IX

Recibiréis fraternalmente a los hermanos de estas cofradías y también los
Consolados de España y de Chipre recibirán fraternalmente a los
Sarracenos, a los Drusos y a aquellos que habitan en el Líbano. Y si el
espíritu divino anima a los Sarracenos o a los Drusos vosotros podréis
admitirlos como Elegidos o como Consolados.

ARTICULO X

Ningún Hermano será recibido si no cuenta ya treinta y cinco años de edad
y si no ha adquirido los verdaderos frutos de su elección. Para probarlo
demostrará su instrucción y sus conocimientos en los decretos antes de su
admisión.

ARTICULO XI

Está expresamente recomendado rodearse de las más grandes precauciones
respecto de monjes, sacerdotes y obispos, abates y doctores de la ciencia
porque ellos actúan como traidores a fin de enredarlo a uno más fácilmente
en el fango de sus crímenes. Si vosotros los admitís tras una larga
probación que esto sea fuera del capítulo y en presencia de tres Hermanos
y sin revelarles nada de los estatutos y costumbres de la Orden.

ARTICULO XII

Con los laicos que sirven a Dios en la simplicidad de su corazón se permite
adoptar menos precauciones y recibirlos ya como Elegidos, ya como
Consolados después de una probación razonable.

ARTICULO XIII

Ritual y Consolamentum: El neófito escribirá su confesión general y la
entregará al receptor, confirmando dicha confesión por un juramento en
presencia de dos testigos, y ella será conservada en los archivos del
capítulo. Él recitará a continuación los Salmos, el antiguo resumen del
Deuteronomio y será bendecido por todos los Hermanos que colocarán la
mano derecha sobre su cabeza, después de lo cual él jurará: silencio,
obediencia y fidelidad. El receptor lo absolverá de todos sus pecados. Él lo
desligará de todos los mandatos de la Iglesia en el nombre de Dios que no
ha sido engendrado y que tampoco engendra, en el nombre del Verdadero
Cristo que no está muerto y que no puede morir. Se recitarán a
continuación las tres oraciones. Durante la primera el neófito se mantendrá
de pie, las manos levantadas. Durante la segunda se arrodillará, los brazos
en cruz y para la tercera se prosternará con la faz contra la tierra.

ARTICULOS XIV, XV y XVI

La primera oración es la de Moisés "Magnifecetur Fortitudo Domine".
Seguida de "Dixit que Dominus vivo ego et implevitur gloria Domini
universa terra", después de los cuales el receptor cortará un poco de barba,
cabellos y uña del dedo índice del neófito diciendo: "Tú sufrirás más en tú
corazón que en tú cuerpo como signo de la alianza de Dios con el espíritu
del hombre". La segunda oración es la del hijo de María llamado Jesús:
"Pater aeterne, glorificamos..." (San Juan CXVII) seguida de "Facta est vox
de coelo meus dilectus...". El receptor coloca enseguida el anillo en el índice
derecho del hermano diciendo: "Hijo de Dios, toma este anillo como signo
de unión eterna con Dios, con la Verdad y con nosotros." La tercera oración,
llamada de Baphomet, es la que sirve de apertura al Corán y que lleva el
nombre de Fatiha. El receptor agrega: "Un maestro, una fe, un bautismo,
un Dios padre de todos y cada uno que invoca el nombre de Dios es
salvado." Él levanta al neófito y unge sus párpados con el óleo santo. "Yo
quiero ungirte, amigo de Dios, con el óleo de la Gracia, a fin de que veáis la
luz de vuestro bautismo de fuego y que ella brille para ti y para todos
nosotros sobre el camino de la verdad y de la vida eterna".

ARTICULO XVII

La figura de Baphomet es retirada de su sagrario y el receptor dice: "El
pueblo que marchaba en las tinieblas ha visto una gran luz y ella ha brillado
para todos aquellos que estaban sentados en los árboles de la muerte. Hay
tres que rinden homenaje a Dios y al mundo y esos tres son (San Juan).
Todos los hermanos exclaman "Yah Allah" es decir "Espléndor de Dios",
besan la imagen y la tocan con su cinto. El receptor toma a continuación al
neófito por la mano y dice: "En el presente, el hijo del Hombre es glorificado
y Dios es glorificado en él. Vericinum (verdadero?) nuevo amigo de Dios
que habla a Dios cuando él lo desea, a Dios al cual debéis dar gracias
puesto que El os ha conducido a donde deseabais ir y os ha concedido
vuestros deseos. Que la luz divina permanezca en nuestros corazones y
nuestros espíritus, Amén". Para terminar la ceremonia, se entona el cántico
tomado del libro de la Sabiduría, cántico que marca el final del capítulo.

ARTICULO XVIII

El neófito es conducido a los archivos donde se le enseñan los misterios de
la Ciencia Divina, de Dios, de Jesús niño, del verdadero Baphomet, de la
nueva Babilonia, de la naturaleza de las cosas, de la vida eterna, así como
también "LA CIENCIA SECRETA DE LA GRAN FILOSOFIA: ABRAX Y LOS
TALISMANES". Cosas estas que deben ser rigurosamente ocultadas a los
eclesiásticos admitidos en la Orden.

ARTICULO XIX

Está prohibido en las casas donde los hermanos no son Elegidos o
Consolados de trabajar ciertas substancias por la ciencia filosófica y por lo
tanto de transmutar los metales viles en oro y en plata. Esto no será jamás
emprendido sino en los lugares ocultos y en secreto.

ARTICULO XX

Esta rigurosamente prohibido de elegir como Gran Maestre a un Consolado.
Los otros puestos y cargos principales de la Orden están reservados a los
Elegidos y a los Consolados.

Firmado por el copista Robert de Samfort
Procurador de la Orden del Temple en Inglaterra en 1240

LOS RITUALES TEMPLARIOS


La Orden del Temple era iniciática, por lo que mantenía unos rituales
fundamentales por los que debían pasar todos los que en la misma se
ordenaban. Estos rituales fueron con el tiempo evolucionando hacia un
esoterismo tal que, precisamente, por su oscurantismo y secreto fueron mal
interpretados por sus contemporáneos, muchos de los cuales se
convirtieron en enemigos suyos, quienes al perseguir a la Orden lograron de
los Caballeros apresados los testimonios reales, o quizás falsos, que suelen
obtenerse bajo tortura.

Cierto es que al principio la ceremonia de admisión de un Caballero se
llevaba en total secreto y siempre en las horas que preceden al amanecer.
En la sala capitular, lugar sagrado en el Temple, montaban guardia
numerosos centinelas de la Orden con el objetivo de acompañar al nuevo
iniciado.

En la ceremonia, el aspirante se comprometía a guardar todas las
reglas, todos los estatutos de la Orden para, más tarde, someterse
al interrogatorio del Gran Maestre, o de un representante del
mismo, con el fin de conocer las verdaderas tendencias del nuevo
miembro. Esta parte del ceremonial tenía lugar en las puertas de la sala
capitular, y tras la aprobación del oficiante, era introducido en ella, donde
pronunciaba los tres votos monásticos; acto seguido lo investían con el
manto de caballero para recibir el ósculo de paz final en nombre de toda la
comunidad.

Terminada la ceremonia, los asistentes, tras una larga homilía del Gran
Maestre, ayudaban al nuevo hermano a cambiar sus vestidos por los
hábitos de la orden.

Estos rituales iniciales fueron aumentando y ampliando con el paso del
tiempo según los nuevos derroteros de la Orden y, por encima de todo,
después de sus tendencias gnósticas y su fervor por el Grial, con lo que por
otro lado se eliminaron paulatinamente los ritos tomados de la Iglesia de
Roma para sustituirlos por otros más acordes con sus nuevos ideales.

Según algunos expertos, entre los nuevos ritos de iniciación que debía
ejecutar el novato, existía uno que, sin que se conozca su simbolismo, fácil
podía considerarse sacrílego.

Partiendo de la base sobre la cual el Temple se apartó de la Iglesia y de
todo cuanto representaba, veneraba y fomentaba, empezaron a renegar y
rechazar los símbolos que eran los estandartes y símbolos de la Iglesia,
para reemplazarlos por los suyos propios, y para ello, durante la
ceremonia de investidura de Caballero, éste debía pisar un crucifijo,
pese a que los Templarios veneraban y creían en Jesucristo, sino
que los rechazaban y pisoteaban por lo que su imagen significaba de
Iglesia, de mortal.

 

Dirigiendo su veneración al Grial ya la dualidad gnóstica que para ellos
representaba, ello degeneró en el nacimiento de un símbolo bivalente,
bisexual, que en la doctrina gnóstica y hermética represento las dos
tendencias del mundo que los Templarios querían hermanar, considerando
ese símbolo sus enemigos como un ídolo sacrílego.

Ese ídolo se llamaba 'Baphomet', y era un símbolo de carácter esotérico, el
cual, junto con los demás símbolos que los Templarios tenían, se
interpretaron en aquella época como representaciones plásticas de su
herejía y desviacionismo. Así, por ejemplo, un escudo del Temple
representaba a dos Caballeros compartiendo la grupa de un caballo,
como signo de pobreza y dualidad en la única senda verdadera: sin
embargo, esto hizo nacer en las mentalidades de aquellos tiempos
que tal representación era el símbolo de la sodomía.

Otros símbolos templarios fueron la Cruz Gamada, la Doble Llama, la
Espiral, el Grial, la Paloma y otros que siempre tendían hacia sus tendencias
gnósticas.

Los Templarios, por sus ideales y la liberalidad de pensamiento que sentían,
se sintieron hondamente compenetrados con otras doctrinas nacidas bajo
los mismos principios espirituales desarrollados en su tiempo, como la de
los Cátaros y los Caballeros Teutones, ambas perseguidas y exterminadas lo
mismo que la Orden del Temple.

Si con la caída del Risco de los Caballeros finalizó el poderío militar de la
Orden, otro castillo iba a ser testigo de la derrota temporal de los ideales
gnósticos en Occidente: el hermoso castillo de los Pirineos franceses,
llamado Montsegut.

En realidad, de acuerdo con un articulo publicado en la Revista de Soria en
1985, "el esoterismo de la orden del Temple se apartaba bastante del
dogmatismo católico. Su cristianismo era un cristianismo solar, gnóstico,
con raíces indoeuropeas y no judías. Prueba de ello es el Cristo renano del
siglo XIV que se conserva en el que fue convento de Puente la Reina,
Navarra, donde aparece crucificado sobre una horquilla de árbol en forma
de Y.'
 

LA EXTINCIÓN DE LOS TEMPLARIOS
Y
LAS RAZONES DE LA DESVIACION


El año 1314 vio el final de la trama urdida en su día por el rey de Francia,
cuando fue condenada la Orden por el papa Clemente V como herética. Fue
entonces ejecutado públicamente el Gran Maestre Jacques de Molay. Los
bienes confiscados a la Orden fueron repartidos entre algunos Estados y
ciertas órdenes no desviadas, como la de los Hospitalarios, la de Montesa y
la de Cristo.

Tras estos sucesos, el silencio histórico que se abatió sobre los mismos dejó
sin esclarecer los verdaderos motivos que conformaron los acontecimientos
que condujeron a la aniquilación de los Templarios, y fueron las
investigaciones llevadas a cabo desde el siglo XVII hasta nuestros días, las
que dieron luz y ciertas razones al enigma en que estuvo envuelta la Orden
de los Templarios.

Actualmente existen pocas dudas de que, especialmente en sus últimos
tiempos, las acciones del Temple diferían bastante de las directrices
marcadas por la Iglesia de Roma, y desde el punto de vista de ésta había
nacido la semilla de la herejía entre los Templarios.

Esto no significa que en los primeros tiempos de la Orden ya se concibieran
los principios dualistas que les apartaron de la debida obediencia a la Santa
Sede. Es posible, asimismo, que el fundador de la Orden jamas hubiera
imaginado la desviación espiritual de algunos de sus miembros, ya que con
toda seguridad no todos los monjes-guerreros participaron de las
nuevas ideas. Por tanto, se cree que dentro de la Orden existía una
corriente iniciática que abrazó las creencias gnósticas.

Las razones de la desviación

En su misión principal, que era la defensa de los Santos Lugares, durante
casi dos siglos de permanencia constante en Oriente, hubo contactos
intelectuales con los adversarios, principalmente con la secta de Los
Asesinos, un reflejo de su propia imagen en el otro lado del campo
de batalla.

Esta secta árabe, de carácter iniciático, veneraba al Viejo de la Montaña, y
en su organización, e incluso su vestimenta, con sus mismos colores, manto
blanco ceñido por un cinto rojo, se parecían al Temple.

Es muy posible que los contactos con esta secta oriental hiciese
germinar la semilla de la herejía en el seno de la orden del Temple.

A partir de entonces se esparcieron por Occidente los nuevos ritos de los
Templarios, asumiendo para si la tradición cóníca que, en su día, desarrolló
el gran profeta y filósofo medo Zoroastro, que reorganizaron los maniqueos, y que se propagó paralelamente al auge creciente del cristianismo.

Fue en ese momento que los Templarios asumieron la protección simbólica
del Grial, considerando su misión evangélica por encima del credo de la
Iglesia Romana. De esta manera, el Temple fue incorporando a su
cosmogonía las tradiciones idealizadas a través de las leyendas de
los míticos personajes de la Corte del Rey Arturo y sus Caballeros de
la Tabla Redonda, toda vez que estaban profetizados en uno de los
principales libros de la saga, El Parsifal, de Wolfram von Eschenbach, en
donde este autor denomina a los guardianes y defensores del Grial con el
nombre genérico de "Templeisen", o sea Templarios.

La Orden del Temple deseaba una Europa teocrática, sometida a un Mesías
imperial, siguiendo la tradición que reunía el poder temporal y el espiritual
bajo una misma cabeza, una misma disciplina, una misma dirección.

Para lograrlo, la búsqueda de la sabiduría absoluta fue su principal empeño,
llevado de la mano de la filosofía gnóstica, y tratando de fundir en su
cosmogonía todas las tendencias de los conocimientos de Oriente y
Occidente. Y de este modo nació en los Templarios el afán de luchar por la
perfección, lo que les impulsó a separarse de la Iglesia Romana.

Las ideas templarías, más universales y liberales que las del cristianismo,
fueron consideradas por sus seguidores como algo muy por encima de
cualquier religión. Sus principios pretendían nacer con los tiempos y ser
compañeros de todas las edades históricas. Para los miembros del Temple,
la iglesia era la casa de Cristo, el Temple la del Espíritu Santo, por lo que su
tarea primordial era la reconciliación de todos los tiempos en el gran
pensamiento de la unidad divina.

Sobre estas premisas iban girando las nuevas directrices y creencias de la
Orden cuando los príncipes de Occidente empezaron a intuir el peligro que
representaba su poder, siendo estas desviaciones de la ortodoxia aceptada
en general, lo que dio la base para urdir la leyenda negra que permitió
hundir y aniquilar a la prestigiosa orden del Temple, leyenda negra que,
posiblemente, tuviera unos fundamentos reales, aunque sí debieron ser
abultados en demasía.
 

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