Praga – La exposición del Codex Gigas – La Biblia del Diablo (el secreto del libro más grande del mundo)- abierta en el Clementinum, sede de la Biblioteca Nacional, en Praga, está teniendo un éxito extraordinario. El sistema de reserva de entradas no da a basto. El manuscrito medieval fascina tanto por su tamaño como por la leyenda que lo acompaña y las peripecias históricas que ha protagonizado. La Biblioteca Real de Estocolmo ha prestado a Praga la Biblia, que hace más de 350 años se llevaron los ejércitos suecos de territorio checo, para la exposición.
Sólo durante la primera semana de exposición del Codex gigas – La Biblia del Diablo, organizada por la Biblioteca Nacional Checa con objeto de divulgar el destino de este sorprendente libro, ha sido vista por más de diez mil personas.
El más grande libro manuscrito del mundo
El Codex gigas es realmente gigante: tiene tapas de madera de 92 x 50,5 centímetros y pesa 75 kilos. En la Edad Media era comparado con las siete maravillas del mundo.
El libro tiene 312 hojas en pergamino, es decir, 624 páginas. Originalmente tenía 320 hojas, pero alguien, por una causa que se desconoce, arrancó ocho. Para conseguir toda la piel que se empleó en su elaboración, hubo que sacrificar aproximadamente ciento sesenta animales. La octava maravilla del medioevo. Fuente: Biblioteca Real de Estocolmo
El libro, que es más bien toda una literatura, tiene diversos textos escritos en latín. Contiene el Viejo y el Nuevo Testamento, un manual para confesores, Ensalmos contra enfermedades o ladrones, y un calendario, entre otras cosas.El documento más importante es, con toda seguridad, la copia de la Crónica Checa (Chronica Bohemorum), compuesta por el decano capitular de Praga, Kosmas, (1045 - 1125). Se trata de la obra más antigua de la historiografía checa. La copia de la Crónica de Kosmas en el Codex gigante es una de las mejores existentes.
¿Con ayuda del diablo?
El volumen surgió a principios del siglo XIII, probablemente hacia el año 1229, en el monasterio benedictino de Podlažice. No se han conservado documentos acerca de su autor o de las razones que llevaron a su composición. Es desconcertante la excepcional continuidad de la escritura y el tipo de letra, que atestigua el hecho de que la Biblia es seguramente el trabajo de toda una vida de un solo monje. Los historiadores estiman que el escribiente debió dedicarse a ella durante veinte años.
Esta curiosa unidad de la escritura conecta con la leyenda acerca del origen del libro. Según dicha leyenda, un monje condenado a muerte sería perdonado sólo si durante una sola noche fuera capaz de producir el libro más grande del mundo. Cuando a las doce se daba cuenta de que era imposible que pudiera acabar esa obra él solo, invocó al diablo para que le ayudara. El diablo pidió a cambio aparecer miniaturizado en el libro. Y efectivamente, hay una ilustración del diablo de casi medio metro de altura, en la página 290r. Por eso el libro se conoce como Biblia del Diablo. El la página que linda con la que tiene la miniatura del Diablo aparece representada la Jerusalem Celeste – estas dos imágenes responden simbólicamente a la concepción dualista del hombre medieval. Fuente: Biblioteca Real de Estocolmo
Custodiada, pignorada, robada...
De su lugar de origen, el monasterio de Podlažice u Chrudimi, el libro peregrinó como garantía de préstamo al cisterciense de Sedlec , en Kutná Hora. Allí fue comprada en el 1295 por el abad Pavel Bavor para la biblioteca del monasterio de Břevnov. El Monasterio de Břevnov fue saqueado en tiempos de las guerras husitas; no obstante, los benedictinos se refugiaron en el Monasterio de Broumov , que estaba fortificado, llevándose con ellos todos los objetos de valor que fueron capaces, incluida la Biblia del Diablo. Fue cuidadosamente custodiada bajo techo sagrado hasta que pasó, en 1594, a la famosa colección del emperador Rodolfo II en el Castillo de Praga .
Aquí fue donde el ejército sueco, que sitiaba Praga al final de la Guerra de los Treinta Años, se hizo con él, llevándoselo a su país, junto con otros objetos de valor, en el año 1648. De esa forma se convirtió en parte de las colecciones de la Reina Cristina de Suecia.